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Egipto llegó a la Historia al iniciar el tercer milenio a.C., unos doscientos años después de que Mesopotámia inventara la escritura. Su situación geográfica era privilegiada, sin necesidad de esperar las lluvias los egipcios contemplaron la crecida del Nilo como un “maná” que proporciona la vida al hombre como si fuera un regalo, sin que tuvieran que ganársela. Consciente de que vivían en un territorio privilegiado el antiguo egipcio dirigió su atención y esfuerzo en tres direcciones: honrar al faraón, dios encarnado y responsable de su bienestar en la tierra, realizar un esfuerzo común en la siembra y recolección de los frutos sembrados en la zona inundada del Nilo y prepararse para la muerte.
Bajo estas circunstancias desarrollaron una producción estética de las más ricas y originales del mundo antiguo.
El arte egipcio es teocrático. Los sacerdotes elevaron a sus monarcas a la categoría de dioses y éstos agradecidos, permitieron el desarrollo de un sacerdocio potentísimo tanto en lo económico como en lo político. Levantaron templos y altares para honrar a las divinidades que soportaban su poder divino.
No existía el concepto de “arte por el arte”, el artista no se reconocía a si mismo como creador a través de lo estético. Era un artesano al servicio del Estado, un burócrata contratado por la teocracia destinado a repetir conceptos dados, estereotipados donde el valor estaba en la repetición de las formas y no en su originalidad.
Para los antiguos egipcios la muerte no era un estado de aniquilación de la persona, sino por el contrario, la culminación del ser, el momento esperado donde el individuo, liberado de las necesidades y pasiones de la vida, alcanzaba la plenitud total. Su filosofía de la muerte y de la vida de ultratumba era optimista porque significaba una posibilidad de autorrealización, de llegar a un estado mejor, sin conciencia ni memoria del pasado, una nueva oportunidad para continuar viviendo.
Una de las máximas aportaciones de la civilización egipcia fue la utilización de la piedra extraída de la roca con fines constructivos. Los egipcios estaban vinculados a la piedra porque les ofrecía garantía de permanencia eterna. Además, les era fácil conseguirla. Y fuera de sus construcciones la usaron en la escultura, tanto en el relieve como en bulto redondo.
En la composición y en la temática de relieves y pinturas están relacionadas, para la coloración utilizaron materiales perennes de origen inorgánico. Primero blanqueaban la zona que se iba a pintar, después delimitaban las figuras con línea oscura, como más tarde hará el románico, para finalmente colorearlas. El hecho de que los egipcios jamás pintaran sombras demuestra el carácter optimista hacia la muerte. La mayoría de las paredes de las tumbas estaban pintadas. Los temas representados eran diversos, pero siempre luminosos y exentos de melancolía. Como ya hemos apuntado la muerte era la segunda oportunidad de vida y la entendían como natural y positiva.
En el pensamiento egipcio se valoraba más lo armónico, lo perfecto, lo bien hecho, lo bello, que lo inarmónico, lo malo, lo imperfecto, lo feo. Existe una verdadera UNIÓN del arte egipcio con la escritura jeroglífica, de modo que podríamos decir que el arte egipcio es, todo él ENTERAMENTE JEROGLÍFICO, al mismo tiempo que la escritura jeroglífica ES, TODA ELLA, ARTE.
Los Cánones.
Las pinturas y los relieves de las tumbas han proporcionado el conocimiento del llamado ‘arte plano’ egipcio. Las leyes de este ‘arte plano’ suelen representar a las figuras demasiado rígidas. Sin embargo, es relativamente fácil habituarse a verlas correctamente. Los egipcios no plasmaron bidimensionalmente el mundo que les rodeaba, tal y como lo perciben nuestros ojos. Donde mejor se aprecia esta técnica es en la representación de la figura humana: la cabeza se representa de perfil pero el ojo está dibujado de frente. La parte superior del cuerpo está de frente, de modo que los brazos conservan su libertad de acción. La figura humana está generalmente orientada hacia la derecha (como en la escritura jeroglífica). Por consiguiente, la pierna izquierda avanza un paso. El brazo derecho puede ser representado realizando toda serie de movimientos hacia atrás.
La unidad base era ‘el codo pequeño’, o longitud entre el codo y el final del dedo pulgar. El codo se dividía en seis ‘palmos’, correspondiendo, cada uno, a la extensión de la mano abierta. Un palmo medía cuatro ‘dedos’. Existía también otra unidad que equivalía a ‘un palmo y un tercio’, o sea, un palmo más un dedo pulgar.
A partir de estas convenciones, el artista dibujaba la figura humana con la ayuda de una cuadrícula, cuyos cuadrados medían ‘un puño’ de lado. La talla media del personaje representado de pie, se fijaba en dieciocho cuadrados, contados desde la planta del pie a la raíz del cabello. Por encima de la cabeza, las medidas pueden variar, dependiendo de que el personaje lleve peluca, coronas u otro tocado diferente.
Si la figura humana era representada sentada no superaba los catorce cuadrados. Según este canon, el ‘codo pequeño’, representaba cuatro cuadrados y medio, o seis palmos, es decir, un cuarto de la altura total de un hombre de pie.
Guiado por estas normas el artista representa personajes siguiendo una serie de proporciones fijas e interdependientes que lo convierten en un conjunto coherente.
La cuadrícula sirve de contraste de medida y de maqueta reducida para reproducir, cuadrado a cuadrado, el dibujo concebido a mayor escala. (Conocemos documentos que nos muestran esquemas preparatorios sobre cuadrícula y su reproducción más grande sobre muros de tumbas).
Las instrucciones y reglas para realizar los dibujos e imágenes de los dioses, reyes y hombres se encontraban celosamente guardadas en las bibliotecas de los templos y, aunque no ha llegado hasta nosotros ningún texto de los cánones.
Para entender su magnificencia hay que tener en cuenta los siguientes condicionantes:
Ideológicos
Técnicos
Las construcciones más originales de la arquitectura egipcia monumental son los Complejos de las pirámides, los templos y las tumbas (mastabas, speos e hipogeos)
Trabajadores egipcios.
Pintura en la tumba de Rejmira.
Pirámides de Giza.
Entre las pirámides, la de Keops, la Gran Pirámide, 230,25 m. de lado, 146,5 m. de altura y 2.583.283 m3 de volumen. Inclinación 51º50" 40´, pertenece al horizonte. Más allá, el desierto. Algo propio de la cultura egipcia. Sobresale singularmente como una de las creaciones más geniales de toda la historia de la arquitectura. Ha llegado a ser casi un símbolo de esta cultura. Como las restantes pirámides, la de Keops, orienta sus caras a los cuatro puntos cardinales, limitando el delta geométricamente con la prolongación de sus diagonales y dividiéndolo en dos partes iguales. En obra tan colosal, la máxima diferencia entre sus lados, es de 20 centímetros. Lo cual indica un error del 0,086%. Estas magnitudes han dado lugar a especulaciones matemáticas bastantes complejas, pues se advierte un conocimiento de las ciencias exactas que ha de relacionarse con el posterior desarrollo de las matemáticas pitagóricas.
La Esfinge de Gizeh no constituye ciertamente una obra arquitectónica pero es difícil separarla de las pirámides al encontrarse emplazada junto al Templo del Valle Kefrén. Se aprovechó una gran masa de piedra existente y fue realizada extrayendo material. Es una gran montaña esculpida. Nació de un solo contrafuerte sobrante de la construcción de las pirámides, pero tampoco es una escultura exenta puesto que está rodeada en tres lados por las paredes rocosas de la cantera. Mira al Este. Para los egipcios Oriente significaba la continuación de la vida. Solamente la cabeza sobresale por encima del horizonte, dándole al conjunto su conocido aspecto. La imagen del 'León Guardián' era ya una tipología conocida y dominada por los escultores egipcios. Lo novedoso en esta titánica obra, fue la sustitución de la cabeza del león por la del propio Faraón y aunque no existe ninguna prueba epigráfica, es casi seguro que representase a Kefrén, como sol-dios, guardián de la necrópolis, cobrando así la figura del monarca una fuerza y un poder que configuran para la posterioridad el concepto faraónico de los gobernantes egipcios. Nunca hasta estos momentos un soberano egipcio había desplegado tantos recursos para legitimar su propio poder. Después de la edad de las pirámides se ha identificado a la Esfinge de Gizeh, con el dios Horus. Nada puede reproducir el encanto misterioso de este rostro con su mirada perdida en la lejanía.
La Pirámide de Micerino, 102,2m. de lado, 104,66m. de altura y 235.183 m3 de volumen. Inclinación, 51º 20" 25´, la última y más pequeña de las pirámides de Gizeh, pertenece a este faraón, que fue, probablemente, hijo de Kefrén. Si bien sus dimensiones son más reducidas que las anteriores, estaba destinada a ser la de mayor belleza, ya que se pensó cubrir la totalidad de su superficie con granito rosado de extraordinaria calidad, material que la haría brillar con luz propia. El proyecto no se llevó a cabo, quizá por la relativa brevedad del reinado de Micerino o por la falta de medios materiales. Hay que tener en cuenta que las obras funerarias de los faraones anteriores arrastraron un importantísimo coste de material y humano.
Las pirámides eran parte de un conjunto funerario, surgiendo como grandes edificaciones monumentales Los complejos funerarios, habitualmente, estan integrados por:
Templo de Luxor.
Los templos egipcios son la imagen de la casa del dios. En la época predinástica eran simples capillas de techo arqueado, construidas con elementos vegetales. Durante las primeras dinastías pudieron surgir los primeros templos de adobe. En el Imperio Antiguo, Imhotep erige el primer complejo fúnebre monumental con piedra labrada, presidido por una pirámide escalonada, surgiendo los primeros templos en piedra, imitando las capillas de estructura vegetal aunque simbólicos, como un decorado, pues no se podía acceder a ellos; en Giza perduran restos pétreos de templos de Keops, Kefrén y Micerino, faraones de la cuarta dinastía, formado parte de ambiciosos complejos funerarios presididos por inmensas pirámides. Posteriormente surge el Templo Solar, bajo el reinado de Userkaf, el primer faraón de la dinastía V, para representar los rituales de sacerdotes de Heliópolis al dios Ra.
El Imperio Medio, es la época de los hipogeos.
Los templos más monumentales surgen en el Imperio Nuevo. Tipológicamente están constituidos por:
Speos de Ramsés II en Abu Simbel.
El speos es un templo de carácter funerario, tallado en la roca, siguiendo el tipo de hipogeo.
Los más sobresalientes son los de la época de Ramsés II en Abu Simbel, compuestos de grandes estatuas al exterior y una gran sala con pilares, el santuario y la cripta.
La mastaba surge durante el periodo protodinástico. Es el tipo más característico de tumba, con aspecto de una pirámide truncada de base rectangular, en la que había una pequeña habitación, serdab, para las ofrendas y una capilla, decoradas.
La cámara mortuoria, bajo tierra, a la que se accedía por un pozo, desde la cubierta, se sellaba una vez depositado el cadáver. Las mayores tienen hasta cincuenta cámaras entre capillas y almacenes para depositar las provisiones y el ajuar.
En el Bajo Egipto predomina una forma prismática plana o abovedada rebajada, que se construye con ladrillos de adobe, haciendo muros rectos e inclinados, y la piedra se reserva solo para el revestimiento tanto interior como exterior. A este tipo de enterramiento se le denomina mastaba. El modelo de mastaba era siempre el mismo, solo que se complicaba en el interior haciéndose más grande. Se perfeccionan y llegan hasta la existencia de mastabas secundarias. En el momento de mayor expansión algunas consiguen tener hasta cincuenta cámaras entre capillas y almacenes para las provisiones así como para el ajuar. Excavada en el suelo, estaba la cámara funeraria. El exterior se pinta de alegres colores imitando las esteras con las que se adornan las casas y en el interior se disponen relieves o pinturas.
La transformación de mastaba a pirámide se lleva a cabo en el Imperio Antiguo. En época del segundo faraón de la III dinastía, en el complejo funerario de Zoser (Djeser). Cuando se construyó la llamada Pirámide Escalonada. Dicho complejo se erigió en Saqqara.
Hipogeo de Thutmose III en el Valle de los Reyes
El Imperio Medio, es la época de los hipogeos, que eran galerías abiertas en la roca, con recintos anexos, que conducen a la cámara del sarcófago. Sustituyen a las mastabas, hacia la dinastía XI, como lugares de enterramiento real, perdurando hasta el Imperio Nuevo.
Las tumbas de los faraones del Imperio Nuevo fueron excavadas en los valles y laderas de las montañas occidentales de Tebas, en el Valle de los Reyes, durante quinientos años.
Maquetas de viviendas
La vivienda egipcia estaba constituida por varias habitaciones, alrededor un gran salón con columnas y luz cenital; disponía de terrazas, bodega subterránea y un jardín, al fondo.
Muchas viviendas disponían de patios interiores, de donde provenía la luz, con todas las habitaciones dispuestas entorno al mismo, y sin ventanas al exterior, por la necesidad de protegerse contra el calor.
La pintura del Antiguo Egipto fue eminentemente simbólica. La técnica pictórica de los egipcios fue un precedente de la pintura al fresco o témpera, ya que aglutinaban pigmentos naturales, extraídos de tierras de diferentes colores, que mezclaban con clara de huevo y disolvían con agua para poder aplicarlo sobre los muros, revestidos con una capa de tendido "seco" de yeso.
Sus procedimientos fueron el fresco, el temple, el encausto y a veces también el esmalte en joyas, amuletos, escarabajos, estatuillas de respondientes y azulejos de revestimiento en muros interiores. Sus colores fueron vivos y variados en cada escena y las más antiguas pinturas que se conocen fueron polícromas, y de colorido uniforme.
Los egipcios pintaban los bajorrelieves los cuales, por su escasa profundidad, propician la identificación con la escultura y el arte pictórico. A partir de la dinastía III la pintura sobre los muros de las tumbas sustituye al bajorrelieve, del cual adopta las principales convenciones.
Pintura mural en la tumba de la princesa Itet, en el Museo de El Cairo. Friso en la cámara dedicada al culto de la tumba de la princesa Itet dinastía IV, hacia 2700 a. C. En la parte superior, escena de caza de aves. En la inferior, escena de trabajos agrícolas.
Pintura mural de la cámara funeraria de Amenemhet. Imperio Nuevo, dinastía XVIII (s. XV a. C.). El Canon de perfil y el diferente color de la piel.
Representación inusual de figuras pintadas de frente. (s. XV a. C.)
Temas de animales (s. XV a. C.)
Pintura mural: Nefertari. Excepcional caso de gradación de color, o posible deficiente restauración.
La pintura, como todo el arte del Antiguo Egipto estaba sometida a unos cánones o reglas muy estrictas, entre las que destacan:
Canon de perfil: en pinturas y bajorrelieves, las figuras se representaban con el rostro, brazos y piernas de perfil, mientras que el tronco y el ojo estaban dispuestos de frente.
Jerarquía: la representación estaba reservada a las figuras de dioses y faraones en las primeras épocas, posteriormente, también a personajes notables. Las figuras más importantes eran más grandes que las de los demás personajes, y mostraban actitudes hieráticas, ausencia de expresividad, como signo de respeto. El tamaño tenía relación directa con su importancia social, así vemos que el faraón es el personaje más alto en las escenas familiares, donde sus mujeres, hijos, o enemigos son más pequeños; el faraón representado en presencia de los dioses generalmente es del mismo tamaño.
Ausencia de perspectiva: no había profundidad sino yuxtaposición de figuras. El menor tamaño de algunas no significaba que estuvieran más alejadas, sino que eran menos importantes, simbolizando así su inferioridad.
Colores planos: utilizando el color con tonalidades uniformes, pues no se hacían gradaciones de color ni medios tonos.
Otra convención de la pintura del antiguo Egipto fue el tipo de color: la piel de los hombres era oscura, ocre, mientras que en las mujeres era más clara, ocre claro; Osiris se representaba con el color de piel verde; el oro o su color simbolizaban al Sol, etc.
En los temas ceremoniales, representativos, o en las imágenes del difunto impera el canon de perfil, pero en la época de Amarna, o en los temas de animales, como las famosas "ocas de Meidum", se permiten gran libertad expresiva. Como elementos o motivos de ornamentación, en cualquiera de las referidas composiciones, estuvieron siempre en boga y son típicas en obras de escultura y pintura egipcias las flores de loto y papiro, las grecas y los diferentes róleos.
Periodo Predinástico. Paleta.
Imperio Antiguo. Menkaura.
Imperio Antiguo. Escriba.
El Escriba sentado (detalle)
Imperio Medio. Amenemhat III.
Imperio Nuevo. Ajenatón.
Dinastía Ptolemaica.
La escultura se practicó en el antiguo Egipto ya desde el periodo Predinástico con admirable perfección en estatuaria y bajorrelieves, conservándose millares de objetos de una y otra clase labrados en madera, marfil, en bronce (a veces dorado y con incrustaciones de oro y plata), en barro cocido y, sobre todo, en piedra que para las estatuas suele ser de gran dureza.
Los bajorrelieves egipcios se usan para inscripciones jeroglíficas, representaciones de dioses y faraones, de la vida doméstica, de faenas agrícolas o escenas de ultratumba y sobre todo para conmemorar las victorias de los faraones.
Las estatuas representan por lo general divinidades mitológicas, faraones, personajes importantes y a veces, personas sencillas ocupadas en quehaceres domésticos, en cámaras sepulcrales. Sus dimensiones varían considerablemente desde los grandes colosos de los templos de Abu Simbel que miden casi veinte metros hasta las minúsculas figurillas de tan solo algunos centímetros de longitud (generalmente, de barro cocido, barnizadas o esmaltadas). Los relieves estaban policromados con la técnica de pintura al temple. Se pueden contemplar en las vitrinas de diversos museos del mundo.
Suponían los egipcios, además, que el espíritu del difunto se hallaría muy conturbado y no podría lograr la resurrección si no se mantenía íntegra la momia o su estatua, de lo que proviene el procurar que ésta fuese un fiel retrato, idealizado en el caso de los faraones, y que las estatuas siempre se representen lo más compactas posibles ya que si sobresaliesen los miembros estos podrían desprenderse con el paso del tiempo y estas eran estatuas para la eternidad. También destaca el poblar las cámaras sepulcrales de estatuillas, pinturas y relieves que representasen variadas escenas de la vida doméstica, utensilios, rebaños, faenas agrícolas e industriales, alimentos, ejércitos, etc., para recreo del espíritu de la momia.
Las estatuas de faraones se disponen siempre erguidas, con el tronco recto, los brazos pegados al cuerpo o apoyados sobre los muslos si estaban sentados. Cuando se expresa la acción de andar, casi siempre avanzan el pie izquierdo.
Si la actitud de la estatua es la de sentada sobre el suelo (como ocurre tratándose de la representación de escribas), se cruzan o juntan las piernas y se añadía un papiro desplegado sobre ellas.
En todo caso se representa a los egipcios sin barbas y a los extranjeros con ellas o con el tipo y costumbres del respectivo país de procedencia.
Las esculturas y bajorrelieves se ceñían a una serie de convencionalismos, cánones o normas que se mantuvieron invariables en casi todos los periodos durante tres mil años.
En los bajorrelieves, además:
En la época de Ajenatón (Akenatón) hubo un cambio de cánones. Las figuras se representaron tal como eran realmente, sin idealizarlas y con una cierta tendencia a humanizarlas; aparecen con cabezas alargadas, gruesas y cortas piernas y estómagos abultados. También se aproximaban más al naturalismo muchas esculturas y representaciones grabadas en las tumbas de nobles y potentados de la época.
Fuente del documento: http://eac-sanmaron.wikispaces.com/file/view/Arte+del+ANTIGUO+EGIPTO.doc
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