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El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial
Madrid
CONTRAPORTADA
La figura de MANETON es, sin lugar a dudas, una de las más sugerentes entre las que integran el conjunto de autores egipcios que utilizaron el griego como lengua escrita. A esta visión contribuyen tanto el tema de sus escritos, centrados en la historia y la religión del Antiguo Egipto, como el enigma ligado indisolublemente a su obra más importante. Porque la HISTORIA DE EGIPTO o "Crónica egipcia" de Manetón ha llegado hasta nosotros a través de diversos fragmentos insertos en la obra de diversos autores, generalmente de no escaso relieve, y que pueden clasificarse en dos grupos bien definidos: el primero el transmitido a través de la obra de Flavio Josefo y el segundo constituido por las referencias a la obra de Manetón que se encuentran en la literatura patrística. Una de las fuentes históricas más importantes con respecto al Egipto de los faraones y, desde luego, la más relevante en lengua griega, la "Crónica egipcia" de Manetón - prologada y traducida en la presente edición por CÉSAR VIDAL MANZANARES -, reviste una importancia fundamental para el conocimiento de uno de los aspectos más interesantes de la historia de la Antigüedad.
Título original: Αίγυπτιαχά/Aegyptiaca
A Pilar Fernández Uriel,
con profunda gratitud
© de la traducción, introducción y notas: César Vidal Manzanares
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A.; Madrid, 1993
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Printed in Spain
Introducción
La figura de Manetón constituye, sin lugar a dudas, una de las más sugerentes, si no la que más, entre el conjunto de autores egipcios que utilizaron el griego como lengua escrita. Hay dos razones que contribuyen de manera esencial a justificar esta visión del personaje. La primera gira en torno a la temática de su obra cen¬trada en la historia y la religión del Antiguo Egipto. Que éste es un tema eterno incluso en las épocas en que pa-rece eclipsarse la popularidad de los estudios relaciona¬dos con la historia antigua, es algo que se desprende fácilmente de la continua corriente de obras que al res¬pecto, bien sean históricas o de creación, se vienen edi¬tando de manera ininterrumpida prácticamente desde Champollion hasta nuestros días. Tal parece que los des¬cubrimientos del mestizo que acompañó a Napoleón en su aventura egipcia no sólo dejaron al descubierto buen número de los secretos vinculados a esta civilización semienterrada sino que también abrieron camino para que no pudiera verse sepultada de nuevo en el interés del hombre corriente.
Pero al carácter, atrayente sin duda, de la temática de esta obra manetoniana se une una segunda nota no me¬nos sugestiva. Nos referimos al enigma ligado indisolu¬blemente a la misma. Efectivamente, la Historia de Egipto o Crónica egipcia de Manetón sólo ha llegado a nosotros gracias a fragmentos que, además, se hallan insertos en diversos autores, generalmente, de no escaso relieve. Constituye este hecho peculiar una buena prueba del predicamento disfrutado por el autor egipcio en la An¬tigüedad. Dentro del conjunto de restos, laboriosamente conservados por sus prestatarios, encontramos junto a las citas más amplias de Flavio Josefo, Julio Africano y Eusebio, referencias al mismo en Diógenes Laercio, Eliano, el Etymologicum Magnum, Lido, Malalas, los esco¬liastas de Platón, Plutarco, Porfirio, Teodoreto y Teófilo. Manetón constituía para ellos referencia obligada, quizá la más importante, a la hora de acercarse a la milenaria cultura egipcia.
Nuestro autor fue un fruto más de un magma cultural que llevó a varios no-griegos a narrar en lengua helénica las maravillas de sus patrias. Estas yacían en buena me¬dida postradas en un proceso de decadencia siquiera po¬lítica y aquella adversa circunstancia contribuyó a un intento de preservar de aciagos tiempos la gloriosa huella del pasado. Ejemplos de esta misma actitud fueron asi¬mismo Beroso o a los autores judíos de los libros de los Macabeos, si bien pocos lograron, como Manetón, se¬guir siendo leídos con interés mucho tiempo después de su época, que en el caso del egipcio fue el siglo III antes de Cristo. Como tendremos ocasión de ver en las pá¬ginas siguientes, aquel interés no se limitó a la simple lectura sino que llevó a la utilización del mismo con ocasión de combates dialécticos de corte nacionalista (Josefo) o religioso (Julio Africano, Eusebio) convirtiéndose, gracias a estas fuentes, en fuente de referencia obligada el historiador medieval.
Vida de Manetón
Los datos que han llegado hasta nosotros acerca de la biografía de Manetón son muy limitados. Con todo, algunas circunstancias parecen establecidas con un mínimo grado de certeza. Nos estamos refiriendo a su lugar de nacimiento, su sacerdocio en Heliópolis y su colaboración en la introducción del culto de Serapis.
El nombre Manetón significa posiblemente «Verdad de Tot» y sabemos que bajo la Dinastía XIX hubo un sacerdote al que se denominaba «Primer Sacerdote de la Verdad de Tot»1. No obstante, la etimología del nom¬bre dista mucho de resultar innegable. W. G. Waddell señala, entre otras posibilidades, las de que Manetón pu¬diera significar «Don de Tot», «Amado de Tot» o «Ama¬do de Neit»2. Cerny prefirió trazar la etimología del nombre a partir del copto 3 dándole el significado de «mozo de cuadra». El mayor problema para tal interpre¬tación radica en el hecho de que el término copto no aparece nunca como nombre propio. En términos gene¬rales, pues, podemos aceptar prudentemente que el nom¬bre Manetón tenía un significado teóforo y constituía por ello un apelativo adecuado para un sacerdote. Más difícil resulta saber si fue el nombre original del autor que tratamos o si estaba ligado a su profesión clerical.
Con relación a su tiempo, Sincelo señala que vivió después de Beroso 4 pero que tal posterioridad no resultó excesiva puesto que fue «casi contemporáneo». Sabemos que Beroso ejerció como sacerdote de Marduk en Babi¬lonia durante el reinado de Antíoco I (285-261 a. de C.) y que dedicó su Caldea a este rey con posterioridad al 281 a. de C. Aunque nos parece excesivo suscribir la tesis de que las obras de Beroso y de Manetón fueron un intento nacionalista de rivalizar suscitado entre his¬toriadores de dos culturas milenarias 5, no puede descar¬tarse a priori la posibilidad de que Manetón se inspirara en parte en su antecesor.
Suidas consideró que Manetón no era el nombre de un solo autor sino de dos diferentes. El primero habría sido originario del enclave egipcio de Mendes, su ocu-pación principal la habría constituido el sacerdocio y ha¬bría escrito Sobre la elaboración de kyfos6. El segundo, por el contrario, se encontraría adscrito a la ciudad de Dióspolis o Sebennito y su labor habría girado esencial¬mente en torno al cultivo de la astronomía y de otras ciencias. Sus obras principales serían un tratado sobre las doctrinas físicas7, un poema en versos hexamétricos so¬bre las influencias ejercidas por los astros (Apotelesmatica) y algunos escritos más8.
Lo más importante es que Suidas sufre una confusión al tomar nota de las ciudades relacionadas con Manetón y es posible que tendiera a desdoblar al mismo personaje en dos, uno ligado a Mendes y otro a Sebennito. La Dióspolis de Suidas era muy probablemente la actual Tell el-Balamun, capital del nomo 17 o diospolitano, que se encontraba al norte del nomo de Sebennito con el que colindaba.
Muy posiblemente Manetón fue natural de Sebennito (la actual Samannud) en el Delta, en la orilla occidental del brazo del Nilo relacionado con Damietta. Parece indiscutible que perteneció a la clase clerical egipcia y, de aceptar el testimonio de su carta a Ptolomeo II Filadelfo9, habría sido «sumo sacerdote y escriba de los sagrados templos de Egipto, nacido en Sebennito y habitando en Heliópolis». Con la excepción de los datos relativos a su nacimiento y a su residencia heliopolitana no poseemos base firme en conexión con esta fuente para aceptar las otras afirmaciones10. Existe, sin embargo, un testimonio adicional que sí parece abogar por la presencia de Manetón en las filas del alto clero egipcio. Nos estamos refiriendo al papel que desempeñó en la introducción del culto de Serapis.
La dinastía de los Ptolomeos, nacida de la desmembración del Imperio de Alejandro Magno, optó por do¬tar de una base religiosa a su absolutismo monárquico11. No era una medida nueva en la Antigüedad y, desde luego, gozaba de precedentes en la actuación política del genial hijo de Filipo. Esta decisión dio su primer paso con la teogamia restaurada de Ptolomeo I (283-246), pero fue Ptolomeo V (205-181) al afirmar la propiedad regia de los dominios de los templos el que imprimió al pro¬ceso un carácter de importancia trascendental. A estas medidas de corte económico se unió otra de clara raíz ideológica que fue la de intentar sincretizar la religión egipcia con la helénica. Que con ello se buscaba tender un puente entre ambos elementos de la población gober¬nada por el monarca y además legitimar el poder regio resulta evidente. Según Plutarco, el rey convocó en Ale¬jandría a una comisión de teólogos, entre los que se en¬contraban Manetón y el ateniense Timoteo, a la que encargó de establecer las correspondencias y concomi¬tancias entre los dos cultos. El fruto de esta labor fue, como ya señalamos, el culto de Serapis, dios de Alejan¬dría, al que los egipcios podían identificar con Osiris, bajo el símbolo del buey Apis, y los griegos llegarían a ver como Plutón y Zeus. Dado que Osiris se había fun¬dido ya con Ra, tanto en Grecia como en Egipto, se tendió a asimilar a Serapis con el culto solar. En el Im¬perio romano se hablará ya de un solo dios en tres di¬vinidades: Zeus, Helios (el Sol) y Serapis12.
No es nuestra intención detenernos excesivamente en un terreno que corresponde más bien a la historia de las religiones. Con todo, consideramos indispensable seña¬lar, según se desprende de alguna noticia de Plutarco13 sobre Manetón, que éste contaba con el suficiente ascen¬dente en la corte como para formar parte de un grupo real de asesores en cuestiones religiosas. ¿Indica esto que desempeñaba algún rango especial dentro del clero? Cree¬mos que no nos encontramos ante un testimonio definitivo de ello aunque sí podría interpretarse como un indicio posible. En cualquier caso, que el papel desarrollado por Manetón en la creación del culto sincrético de Serapis no fue pequeño14 es algo que parece desprenderse asimismo de la inscripción de su nombre en la base de un busto en mármol hallado en las ruinas del templo de Serapis en Cartago15.
Otra fuente que parece hacer referencia a nuestro personaje16 es una cita consignada en un papiro del año 241 a. de C. Aparece en un documento que contiene correspondencia relativa al Sello del Templo17. La persona a la que se hace referencia fue con toda seguridad alguien conocido en los ámbitos clericales y cabe la posibilidad de que se trate del Manetón del que ahora hablamos. De ser así, todo indicaría que llegó a una edad avanzada.
Resumiendo pues, podemos aceptar algunos datos como seguros acerca del autor que estamos presentando. Era egipcio, escribía con relativa soltura en griego, nació seguramente en Sebennito, y pertenecía a la casta sacerdotal egipcia. Sus conocimientos de considerable amplitud en diversas áreas del saber llamaron la atención de Ptolomeo V, quien le encomendó la tarea, junto a otros eruditos entre los que destacaba el griego Timoteo, de sentar las bases de un culto sincrético. El intento, final¬mente, parece haber contado con un éxito notable.
Dentro de lo probable, aunque no tan seguro como lo señalado en las líneas anteriores, están las circunstan¬cias de que Manetón llegara a sumo sacerdote, que se le venerara en agradecimiento por su papel en el establecimiento del culto a Serapis y que alcanzara una edad avan¬zada. Son todos datos realmente secundarios pero que parecen posibles.
Ahora bien, si exceptuamos su cometido como crea¬dor del culto de Serapis, no cabe duda de que lo más relevante del legado de Manetón son sus obras que, des-graciadamente, sólo nos han llegado en forma fragmen¬taria. A ellas vamos a dedicar el segundo apartado de esta introducción.
Obras de Manetón
Históricamente se han atribuido a Manetón nueve obras: la Historia de Egipto, el Libro de Sozis, el Libro sagrado, un Epítome de doctrinas físicas, una obra Sobre festivales, otra Sobre el ritual y la religión antiguos, una más Sobre la elaboración de kyfos, los Apotelesmatiká de contenido astrológico y un opúsculo de Crítica a la obra de Herodoto. Dejaremos para el apartado siguiente pre¬sentar con algo más de amplitud la Historia de Egipto de Manetón y haremos ahora una referencia sucinta al resto de las obras.
El Libro de Sozis es una lista de 86 monarcas que Sincelo atribuyó a Manetón. No obstante, se dan en esta obra algunas circunstancias que nos hacen poner en duda que fuera escrita realmente por el egipcio. En primer lugar, la colocación de los diversos reyes en la lista di¬fiere considerablemente de la mantenida por Manetón en su Historia de Egipto. En segundo lugar, aparecen una serie de nombres cuya fuente no es Manetón aunque resulta difícil determinar con exactitud cuál pueda ser. Por último, hay indicios considerables para pensar que la obra es muy posterior a Manetón y algún autor in¬cluso ha llegado a datarla en el siglo III de nuestra era18. Cabe pensar que ante el anonimato de este opúsculo se tendió a colocarlo bajo el nombre de Manetón, procedimiento nada extraño en la Antigüedad, por tratar un tema de contenido, más o menos similar al de la Historia de Egipto de aquél.
La Crítica contra Herodoto no cuenta con datos suficientes en las fuentes como para ser considerada de manera indiscutible como una obra aparte de la Historia de Egipto. Ciertamente Josefo nos ha transmitido una noticia19 favorable a Manetón en su comparación con Herodoto pero de esto cabe tanto deducir que escribió una obra específica contra el historiador griego como el que su Historia de Egipto refutó los datos poco críticos del griego acerca del país del Nilo y su pasado.
Los Apotelesmatiká se atribuyeron frecuentemente en la Antigüedad a Manetón20. Supuestamente la obra estaba formada por seis libros y su estructura era la de un poema en hexámetros cuya temática giraba en torno a la influencia de los astros. Los libros I y V aparecen con dedicatorias al rey Ptolomeo aunque no resulta claro si se pueden atribuir a Manetón21. Eruditos como W. Kroll y Köchly señalan incluso diferencias cronológicas a la hora de datar el libro que van desde el 120 a. de C. Hasta el siglo IV d. de C. en algunos de los fragmentos.22 No puede pues descartarse que parte de la obra pertenezca Manetón, pero en su conjunto final no se debe atribuir a él.
Aun mayor dificultad nos plantean las obras restantes. Por un lado, no sabemos si se trataron realmente de escritos diferentes o constituyen partes de libros que co¬nocemos de Manetón. Por otro, cabe aún formularse la cuestión de si no se habrá denominado con distintos tí¬tulos una misma obra. La crítica moderna ha abundado en la exposición de teorías relacionadas con estos inte¬rrogantes. Así, F. Susemihl y W. Otto, por ejemplo, con¬sideraban que Manetón había escrito con seguridad la Historia de Egipto, el Libro sagrado y el Epítome sobre las doctrinas físicas, pero defendían que las «obras» Sobre festivales, Sobre el ritual y la religión antiguos así como Sobre la elaboración de kyfos no eran sino partes del Libro sagrado23. Fruin fue aún más lejos al suponer que Manetón sólo había escrito dos obras, una relativa a la historia de Egipto y otra dedicada a la religión de este país24. El determinar con exactitud cuántas obras escri¬bió Manetón aparte de la Historia de Egipto o si fueron los opúsculos partes del Libro sagrado o no son algunos de los interrogantes que, hoy en día, resultan imposibles de responder dado el estado actual de nuestros conoci¬mientos. Ciertamente, las noticias de las fuentes antiguas resultan tan pobres que no cabe dar una respuesta defi¬nitiva en ninguno de los sentidos25.
La Historia de Egipto
Es posible que de todo lo anterior haya concluido el lector de la Historia de Egipto que ésta, aparte de ser la obra más importante de Manetón, constituye asimismo la más indubitada en el terreno de la paternidad literaria y la que mejor conservada ha llegado hasta nosotros. Tal conclusión es correcta pero, a la vez, dramáticamente relativa.
La Historia de Egipto nos ha llegado conservada en fragmentos que pueden clasificarse en dos grupos bien definidos. El primero lo forman las citas transmitidas por Flavio Josefo. Resulta esta circunstancia natural si tenemos en cuenta el hecho de que la historia patria de Israel hunde sus raíces en Egipto. Como veremos más adelante, su utilización por parte del historiador careció de un enfoque crítico y es presumible que la manera en que ha llegado hasta nosotros «vía Josefo» sea, al menos en parte, corrupta, pero no cabe duda de que el testimonio es de primer orden26.
El segundo está constituido por las referencias a Manetón en los Padres. Se discute si éstos trabajaron sobre la obra misma de Manetón o sobre un epítome de la misma. Este que, en líneas generales, estaría formado por líneas dinásticas, habría sido recogido especialmente por Julio Africano y de él, quizá, habría pasado a Eusebio, destacando también la labor, en el siglo VIII-IX, de Sincelo, igualmente conocido como Jorge el Monje.
La finalidad, una vez más, era apologética y pretendía hacer encajar los relatos de la Biblia con la cronología de antiguas civilizaciones como la egipcia.
Debemos, pues, reconocer que Manetón ha llegado hasta nosotros en peor situación de la que hubiéramos deseado. Por un lado, su Historia esta incompleta, por otro, si no fue manipulada por razones ideológicas, sí fue seleccionada en aspectos que quizá no resultan tan interesantes para nosotros como omitidos. Pasemos a continuación a examinar a estos autores por separado.
Manetón y Flavio Josefo
Buena parte de los fragmentos manetonianos que han llegado hasta nosotros se hallan recogidos en la última obra de Flavio Josefo, a la que ha venido denominándose convencionalmente Contra Apión27 (aunque Porfirio prefería llamarla «Contra los griegos»)28, y, muy posi¬blemente, fue titulada por el autor judío Acerca, de la antigüedad de los judíos.
La obra seguramente quedó concluida poco antes de la muerte de Josefo en el año 96 y en ella el autor pre¬tendió plasmar apologéticamente la longevidad del pue¬blo de Israel e, indirectamente, lo bien fundado de sus tradiciones religiosas. Obviamente Josefo estaba desen¬gañado en esa época del romanismo29 del que tan fer¬vientemente admirador se había mostrado, por convicción o interés, unos años antes, y volvía con renovado ímpetu a enraizarse en su fe milenaria.
En este intento apologético de Josefo, Manetón cuenta con una importancia excepcional, porque, si bien es cier¬to que los autores griegos desconocen los multiseculares orígenes judíos, no sucede lo mismo con el prestigioso historiador egipcio. Este, según Josefo, hace referencia a los hicsos, que dominaron Egipto durante quinientos once años y que al final, expulsados por Misfragmutosis, fundaron Jerusalén, siendo por tanto los antepasados de los judíos. Todo ello habría acontecido unos trescientos noventa y tres años antes de Dánao y mil antes de la guerra de Troya30.
Las referencias de Josefo a Manetón resultan especial¬mente interesantes. Por un lado, dejan de manifiesto que el historiador, que «escribió en lengua griega la historia de su patria», contaba con un cierto prestigio en el mun¬do romano. Tanto que no se consideraba una temeridad que reprochara a «Herodoto haber falseado muchas co¬sas por ignorancia»31. Por otro, al intentar demostrar la realidad histórica del Éxodo, auténtica crux histórica, nos transmite la única noticia escrita de la Antigüedad dota¬da de cierta extensión acerca de los hicsos32. Hoy en día sabemos que no se puede identificar a los hijos de Jacob con los hicsos, entre otras cosas porque Israel descendió a Egipto antes de la llegada de aquéllos33. Conocemos también que tampoco se puede admitir que la expulsión de los hicsos corresponda al Éxodo. No obstante, el tes¬timonio, una vez pasado por el tamiz de la crítica his¬tórica, es auténticamente de relieve.
Cómo llegó Josefo a valerse del texto de Manetón y en qué medida es fiel el citar al mismo es algo cuya respuesta está inevitablemente sujeta a la conjetura. Po¬siblemente podríamos señalar que, aparte de la equivo¬cada interpretación histórica, Josefo no utilizó a Mane¬tón de una manera uniforme. Aunque entramos en un terreno discutible, creemos que el uso pudo acercarse bastante a lo que exponemos a continuación:
— Los párrafos 75-82, 94-102a y 237-249 son citas fundamentalmente literales de Manetón.
— Los párrafos 84-90, 232-249 y 251 pudieran ser citas libres de Manetón.
— Los párrafos 254-261, 267-269, 271-274, 276-277 y, posiblemente, 102b-103 indican controversia, por lo que es dudoso su valor real. Es probable que Josefo los deformara para que sirvieran a sus propósitos.
— Los párrafos 83, 91 y 250 quizá fueron adiciones al Manetón auténtico, pero ya figuraban en la época de Josefo como parte genuina de las obras de aquél.
En cualquiera de los casos lo cierto es que la utiliza¬ción que Josefo hizo de Manetón fue ambivalente. Si bien se sirvió de él para equiparar el Éxodo con la ex¬pulsión de los hicsos, no dejó de apuntar algunos ele¬mentos del criticismo contrario al mismo, sin duda, para limar el mordiente antijudío del autor o de los que rea¬lizaron adiciones a su obra (por ejemplo, párrafo 250).
Josefo no confiaba en Manetón como historiador sino en la medida en que pudiera justificar sus interpretacio¬nes apriorísticas de la historia de Israel; en tanto no se diera tal circunstancia, estaba preparado para tergiversar¬lo o incluso para denigrarlo como fuente histórica poco fiable. De ahí que no cayera en que quizá el segundo relato de Manetón acerca de los judíos pudiera reprodu¬cir, convenientemente pasado por la crítica histórica, elementos verdaderos de la historia del Éxodo israelita, pero contemplados desde una perspectiva egipcia. Ciertamen¬te, Moisés pudo ser sacerdote antes de convertirse en libertador de Israel; ciertamente, los israelitas se vieron reducidos a labores de servidumbre relacionadas con la construcción, ciertamente su monoteísmo iconoclasta y sus disposiciones alimentarias chocaban irreparablemente con la mentalidad egipcia y ciertamente también, a juz¬gar por el relato del Éxodo, el faraón los dejó irse con-siderando que el no hacerlo era contravenir a los dioses. Todo este fragmento contuvo quizá en su momento va¬liosa información acerca de cómo concibieron, y segu¬ramente deformaron, por interés propagandístico, la ha¬zaña de la que surgió el pueblo de Israel.34 Por desgracia, Josefo fue antes ideólogo tendencioso que historiador y nos privó de todo el testimonio manetoniano, sustitu¬yéndolo por unos amaños del texto insostenibles y que, para nosotros, revisten mucho menos interés.
Manetón y Julio Africano
*Sexto Julio Africano nació en Aelia Capitolina, la an¬tigua Jerusalén, cambiada de nombre por Adriano, tras aplastar la sublevación judía de Bar-Kojba. Fue oficial al servicio del emperador Septimio Severo y tomó parte de la expedición contra el principado de Edesa del año 195. Al parecer aquella campaña sirvió, entre otras cosas, para relacionarle con la dinastía legendariamente cristiana de este principado35.
Sabemos por un fragmento de papiro del libro XVIII de su obra Kestoi36 que se ocupo de organizar una bi¬blioteca para Alejandro Severo en Roma37. En Alejan¬dría de Egipto trabó amistad con Orígenes38 y poste¬riormente vivió en Nicópolis de Palestina (Emaús) para morir pasado el año 240 de nuestra era. Aunque tradi¬ciones posteriores tendieron a afirmar que fue obispo de Emaús, lo cierto es que no parece haber ejercido ningún cargo eclesiástico y que se dedicó más a las ciencias pro¬fanas que a las sagradas.
De sus obras nos interesa la denominada Crónicas (cro¬nografía), que, quizá, constituye el primer ensayo de sin¬cronismo de la historia del mundo39. En ella intentó conciliar, disponiéndolas en columnas paralelas, las his¬torias griega y judía, desde la presunta fecha de la Crea¬ción hasta el año cuarto de Heliogábalo (221 d. de C.).
Movido por un sentido escatológico-milenarista que le hace calcular el año de comienzo del milenio de Apoca¬lipsis capítulo 20, Julio Africano manejó las fuentes sin sentido crítico40, pero hay que reconocer que con éxito puesto que los cinco primeros libros de sus Crónicas, de los que sólo nos han llegado fragmentos41, constituyeron lugar de referencia obligada para Eusebio e historia¬dores posteriores.
¿Qué ha llegado de Manetón hasta nosotros a través de Julio Africano? En términos generales, podemos se¬ñalar que poco más que referencias cronológicas, a las que además se intenta encajar, más mal que bien, en una cronología supuestamente bíblica. Julio Africano, por otro lado poco cuidadoso en el empleo de las fuentes, no sentía hacia Manetón el interés del historiador sino el del apologista.
Resulta difícil determinar de manera dogmática si el proceso de armonización partía de un epítome escrito por un judío helenista poseído del mismo afán apologé¬tico42 o si, más bien, como consideramos nosotros, Julio Africano actuaba de manera original en su mani¬pulación de Manetón, guiado por parámetros que no ten¬drían sentido en un judío pero sí en un cristiano que, además, hubiera experimentado la influencia del cristia¬nismo africano43. Una vez más, las obras de Manetón nos han sido conservadas, siquiera en parte, por razones extrañas a las que motivaron su redacción.
Manetón y Eusebio
La figura de Eusebio de Cesárea constituye todo un hito en la literatura patrística. Historiador y apologeta, político y exégeta, su persona resulta demasiado amplia como para enmarcarla, aunque fuera brevemente en sólo unas líneas de presentación44.
Al parecer nació hacia el 263 en Cesárea, ciudad don¬de Panfilo había ampliado la biblioteca originalmente de¬bida a Orígenes. Fue este mismo Panfilo el que se ocupó de la formación de Eusebio, imprimiendo en él una hue¬lla tan honda como para que éste se autodenominara Eusebio de Panfilo. En memoria suya escribiría incluso una biografía tras su muerte como mártir el 6 de febrero de 310, durante la persecución de Diocleciano. El mismo Eusebio debió de huir con ocasión de esta persecución hasta llegar a la Tebaida, donde fue apresado y encarce¬lado. En el año 313 fue elevado a la sede episcopal de Cesárea, donde se vio envuelto en la controversia arriana. Partidario, o al menos, valedor del heresiarca, se vio excomulgado por un sínodo celebrado en Antioquía, lo que no fue óbice para que en el Concilio de Nicea del 325 siguiera intentando una solución moderada para la controversia: rechazo del atanasismo y defensa de la di¬vinidad de Cristo pero en términos únicamente bíblicos al menos en teoría. Con posterioridad llegó a aliarse con Eusebio de Nicomedia y participó activamente en el sí¬nodo de Tiro del 335, que excomulgó a Atanasio.
Admirador casi fanático de Constantino, fue muñidor de toda una teología «constantiniana» encaminada a la legitimación de un poder civil que no se caracterizó pre¬cisamente por el respeto a todos los valores cristianos (por ejemplo, la objeción de conciencia) ni a la indepen¬dencia de la Iglesia. Constantino respondió a Eusebio con un trato verdaderamente privilegiado. En los aniver¬sarios vigésimo y trigésimo de su subida al poder, Eu¬sebio fue el encargado de pronunciar los panegíricos y a la muerte del emperador compuso en su honor una ex¬tensa eulogia. Que Eusebio aprovechó además este as¬cendiente para impulsar a Constantino a perseguir a los obispos ortodoxos parece un hecho fuera de duda. Mu¬rió muy poco después que el emperador, hacia el 339 o el 340.
Lo que más nos interesa de su obra es, lógicamente en este caso, aquella parte relacionada con Manetón. Esta viene ligada a uno de sus primeros escritos, el común-mente llamado Crónica45, escrito hacia el año 303. La Crónica constaba de dos partes. En la primera compilaba breves resúmenes de historia caldea, asiria, judía, egipcia (donde utiliza a Manetón), griega y romana. Se valió a tal fin, de manera directa o indirecta, de diversas fuentes antiguas. En la segunda parte, elaboró una serie de cua¬dros sincrónicos (en esto es prestatario de Julio Africa¬no), cuya finalidad es probar que la religión judía era la más antigua del mundo y que a través de ella, por ser su legítima sucesora, lo era la cristiana.
La obra de Eusebio, en conjunto, es mejor que la de Julio Africano ya que se ha liberado del corsé milenarista y se permite tratar las fuentes con un sentido crítico mayor, así, por ejemplo, sólo empieza a realizar cálculos cronológicos a partir de Abraham, ya que considera in¬segura la historia anterior. Con todo y con eso, sigue siendo presa del afán apologético, y en el caso concreto de Manetón no pocas veces resulta menos fiable que su antecesor.
No se ha conservado el original griego salvo en algu¬nos fragmentos y extractos. El texto sólo nos ha llegado por completo en una versión armenia del siglo VI. La segunda parte existe además en una versión latina pre¬parada en Constantinopla por Jerónimo hacia el 380. Ahora bien, tanto la versión armenia como la de Jeróni¬mo no tienen como base el original sino una reedición, y posiblemente revisión, del mismo que iba más allá de la fecha fijada como límite por Eusebio en su estudio.
Prescindiendo de su valor en relación a la obra de Manetón, lo cierto es que en el curso de la Edad Media la Crónica (en la redacción de Jerónimo, que llegaba has¬ta el 378 d. de C.) se convirtió en elemento importantí¬simo para la historiografía de la época. Se puede decir sin exagerar que constituyó un auténtico pilar de la in¬vestigación histórica durante siglos46.
Desde nuestro punto de vista, Eusebio constituye qui¬zá la fuente de transmisión de la obra manetoniana más importante. Por un lado, es la más extensa. Por otro, no es inferior en fidelidad a Josefo ni a Julio Africano. Ahora bien, su lectura no es directa sino a través de este último Padre, como ya hemos señalado. No obstante, y dado su mayor interés por la crítica textual, es posible que utilizara alguna otra versión de Manetón que no necesariamente tiene por qué ser el epítome, si es que existió, a que se ha hecho referencia antes y que fue obra presunta de un judio helenista.
Manetón y Sincelo
Poco sabemos acerca de la tercera fuente principal de transmisión del texto de Manetón. Nos referimos a Jorge el Monje, también denominado Sincelo a causa de su oficio eclesiástico (secretario del patriarca Tarasio). Así desconocemos incluso aspectos de interés como hasta qué punto se vio envuelto en las controversias relativas al nombramiento de su valedor o a la intervención de éste en el VII Concilio Ecuménico del año 787.
Su obra nos ha llegado a través de dos manuscritos: el denominado A, fechado en el año 1021, y utilizado por Scaliger y Goar para sus dos primeras ediciones, la de París de 1652 y la de Venecia de 1729; y el B, parisino, y mucho mejor que el A.
De un personaje que vivió en una época tan sugerente el historiador debe conformarse con saber que utilizó la obra de Manetón en su Eklogué Cronografías, una historia del mundo que se extendía desde Adán a Diocleciano.
Al parecer Jorge buscaba la forma de demostrar que Cristo había nacido el año 5500 después de la Creación del mundo. Al describir someramente la historia de las 31 dinastías egipcias que se extendían desde el Diluvio universal hasta Darío empleó la obra de Manetón.
Parece indiscutible que Jorge utilizó a Eusebio, ya que el texto griego del Padre nos ha llegado en parte citado precisamente por aquél. Más discutible resulta afirmar que Jorge utilizara directamente a Julio Africano y cabe la posibilidad de que lo hiciera a través de otra obra, es decir, que se trataría de un uso indirecto. Por último, llegó a conocer la Crónica Antigua47 y el Libro de Sozis48, considerado, al menos el último, como genuinamente manetoniano. En esto se equivocaba, puesto que ambas obras son pseudomanetoníanas y desde luego uti¬lizan fuentes distintas de Manetón.
Con todo, este uso de Manetón a finales del siglo VIII o inicios del IX deja de manifiesto hasta qué punto el autor seguía gozando de predicamento notable entre los autores medievales, aunque, quizá, éste viniera en parte ligado a la estima que le habían manifestado los Padres.
Fuentes de la Historia de Egipto
Cuesta trabajo imaginar a una persona que se hallara en mejor situación para escribir una historia antigua de Egipto que Manetón. Contaba con el armazón de cono¬cimientos indispensables para tal cometido y la posibili¬dad de acceder a los archivos egipcios49. Podía descifrar la escritura jeroglífica de tablillas, obras arquitectónicas y esculturas sin necesidad de recurrir a un cicerone no siempre bien comprendido, como sucedió en el caso de Herodoto. A todo ello se unía un conocimiento suficientemente profundo de la historiografía griega que le per¬mitía efectuar comparaciones y emitir juicios críticos.
Aunque podemos admitir que Manetón, como hijo de su tiempo, habría considerado como histórica buena par¬te de la mitología egipcia, no por ello podemos dejar de ver que la pérdida de buena parte de su obra constituye una desgracia sin paliativos para el historiador.
No podemos emitir un juicio categórico acerca de las fuentes que utilizó para elaborar su historia, pero cree¬mos que las consignadas a continuación, aparte de las obras contenidas en bibliotecas y archivos, formaron, con bastante probabilidad, parte de las mismas.
a) La lista real de Sakkara50.
Se encontró en una tumba de esta localidad y se halla actualmente en el Museo de El Cairo. Contiene los car¬tuchos de cuarenta y siete reyes (posiblemente eran cin¬cuenta y ocho en su origen) que llegan hasta Ramsés II. Comienza con Miebis, el sexto rey de la I Dinastía. Omi¬te las Dinastías XIII-XVII y conserva la tradición del Bajo Egipto.
b) La lista real de Abidos51.
Se encuentra en el muro de un corredor del templo de Seti I en Abidos. Contiene en orden cronológico una lista de setenta y seis reyes desde Menes hasta Seti I. Faltan las Dinastías XIII-XVII. Existe un duplicado, si bien no nos ha llegado íntegro, de esta lista en el templo de Ramsés II en Abidos.
c) La lista real de Karnak52.
Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre, de París. Contiene una lista de reyes, originalmente de se¬senta y uno, que va desde Menes hasta Tutmosis III. Conserva el nombre de algunos de los monarcas del Se¬gundo Período Intermedio (Dinastías XIII-XVII). Al igual que la lista de Abidos nos ha conservado la tradi¬ción del Alto Egipto.
d) El Papiro de Turín53.
Constituye un documento de mucha mayor trascen¬dencia que las listas mencionadas con anterioridad. Está escrito en lenguaje hierático y originalmente debió de ser una obra de primorosa belleza.
Debía contener más de 300 nombres de monarcas, in¬cluyendo la duración de sus reinados en años, meses y días.
Al igual que Manetón, el Papiro de Turín empieza con las dinastías de dioses, seguidas por las de los hombres mortales. En conjunto la obra se asemeja mucho al epí-tome de la Historia de Egipto de Manetón.
e) La Piedra de Palermo54.
Esta fuente puede datarse en torno al año 2600 a. de C., durante la V Dinastía. Originalmente era una enorme losa de diorita negra55 de siete pies por dos, pero sólo ha llegado hasta nosotros un fragmento de la mitad que actualmente se encuentra en el Museo de Palermo. Pie¬zas más pequeñas del mismo monumento o de otro u otros similares se hallan en el Museo de El Cairo y en el University College de Londres.
Desgraciadamente el texto es fragmentario pero segu¬ramente tiene una relación más estrecha con Manetón que las fuentes que hemos examinado hasta ahora. La pieza se encuentra dividida en espacios anuales. En su parte superior aparecen señalados los hechos de impor¬tancia y en la inferior las crecidas del Nilo.
En las primeras dinastías los años no aparecen nume¬rados sino que reciben un sobrenombre relacionado con algún suceso de relevancia. Al igual que en Manetón, los hechos religiosos y militares gozan de un trato especial, como ocurre con otros como la construcción de pirá¬mides.
Aportaciones de Manetón al conocimiento
del Antiguo Egipto
Resultaría excesivamente prolijo describir con cierta amplitud todo aquello que Manetón nos ha transmitido sobre la historia de Egipto. Un autor que disfrutaba de su privilegiada situación y que tenía como finalidad en¬señar a los «bárbaros» griegos la importancia de su his¬toria patria, difícilmente podía ser parco en sus aporta¬ciones.
Entre los elementos positivos cabe destacar la atribución de un origen tanita a las dos primeras dinastías56, la localización de los primeros logros médicos en la I Di¬nastía57, la omisión de la dinastía copta, que, efectiva¬mente, no existió58, la transmisión de los únicos datos escritos de la Antigüedad acerca de los hicsos59, la exis¬tencia de dos monarcas posteriores a Horemheb desco¬nocida por nosotros60, el testimonio único acerca de Neferkare61, los relatos únicos acerca del final de Bokkoris y del asesinato de Shabataka por Taharqa, que no nos han llegado a través de ninguna otra fuente62, la noticia importantísima sobre Mutis (también única)63 y una serie de datos muy precisos sobre las Dinas¬tías XXVIII y XXIX64. Si a todo ello añadimos el mar de informaciones que nos proporciona, confirmadas en mayor o menor medida por hallazgos posteriores o por otras fuentes escritas, no puede negarse la importancia trascendental de Manetón para la historia de Egipto y de la Antigüedad.
No todo fue positivo, no obstante, en el legado his¬tórico de Manetón. Así, por citar unos botones de muestra, los datos sobre la III Dinastía resultan casi imposi¬bles de utilizar65, menciona una VII Dinastía que, po¬siblemente, no existió, la etimología relacionada con los hicsos es errónea66, su atribución de un origen tanita a la Dinastía XXIII es equivocada67 así como las cifras que da en relación con la Dinastía XXII68. No obstante, no deja de ser curioso que incluso errores de bulto como la división de la historia de Egipto en 31 dinastías (que no se corresponde con la realidad de los hechos históri¬cos)69 no sólo no hayan sido extirpados por el paso del tiempo sino que se hayan incrustado en manuales y obras especializadas hasta el punto de constituir una conven-ción repetida por razones puramente metodológicas.
Por todo ello, creemos no exagerar al señalar que la Historia de Egipto de Manetón constituye una de las fuentes escritas más importante de la Antigüedad relativa al país de los faraones y, desde luego, la más relevante en lengua griega.
Texto utilizado
La obra de Manetón no ha disfrutado de una especial atención por parte de los especialistas y traductores. Has¬ta hace relativamente poco, la egiptología era coto de especialistas y las personas que accedían al estudio de sus fuentes contaban con el suficiente conocimiento de las lenguas en que nos habían llegado las mismas como para no necesitar una traducción. Por ello, Manetón ha sido más cuidado en las ediciones que publicado en traduc¬ciones. En términos generales, podemos decir que toda la bibliografía esencial e indispensable que ha aparecido hasta la fecha en relación con el mismo se halla reflejada en las notas de esta introducción.
Del texto griego destacan las ediciones siguientes:
1. C. Müller, Fragmenta Historicorum Graecorum, II, París 1848, pp. 512-616.
2. R. Fruin, Manethonis Sebennytae Reliquiae, 1847.
Del texto griego de sus obras religiosas contamos ade¬más con las ediciones contenidas en el Fontes Historiae Religionis Aegyptiacae de Th. Hopfner (1922-25) y en el Frag. Griech. Hist., III, C 609, de Jacoby (1958).
Por último, del texto griego del epítome existe la obra de G. F. Unger, Cbronologie des Manetho, Berlín, 1867; y de las listas reales hay una cuidada versión expuesta en columnas paralelas en R. Lepsius, Königsbuch der alten Ágypter, Berlín, 1858.
Una edición completa de los textos griegos y latinos de las obras de Manetón, o atribuidas a éste, es la de W. G. Waddell, Manetho, Cambridge, 1940, que ha ex-perimentado, por su gran calidad, diversas reimpresio¬nes, y cuya edición de 1980 hemos utilizado como base para esta versión al castellano —la primera y única rea¬lizada hasta la fecha en nuestra lengua— siguiendo la numeración de los fragmentos que aparece en la misma.
Bibliografía,
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W. Waddell, Manetho. Aegyptiaca, Londres, 1940.
J. A. Wilson, La cultura egipcia, México, 1985.
CESAR VIDAL MANZANARES
TOMO I
(DINASTÍAS DE DIOSES, SEMIDIOSES Y ESPÍRITUS DE LOS MUERTOS)1
Fr. 1. Versión armenia de Eusebio.
De la Historia, de Egipto de Manetón, que compuso su historia en tres libros —acerca de los dioses y de los héroes, de los manes * y de los reyes mortales que go¬bernaron en Egipto hasta Darío, rey de los persas.
1. El primer hombre (dios) de los egipcios es Vulcano, que también es famoso entre los egipcios por haber sido el descubridor del fuego. Le sucedió el Sol; después Sosis; después Saturno; luego Osiris, Tifón, hermano de Osiris, y finalmente Horus, hijo de Isis y Osiris. Estos fueron los primeros que rigieron Egipto. Después la realeza pasó de uno a otro en una sucesión ininterrumpida hasta Bidis (Bites)2 a lo largo de 13.900 años. Sin em¬bargo, creo que el año es lunar y que consiste en 30 días y lo que nosotros llamamos un mes los egipcios acos¬tumbraron antiguamente a llamarlo año3.
2. Después de los dioses, los héroes reinaron 1.255 años, y después hubo otra línea de reyes que go¬bernó durante 1.817 años. Después vinieron treinta reyes más de Menfis, que reinaron durante 1.790 años; y des¬pués reinaron diez reyes de Tis (Zis) durante 350 años.
3. A esto siguió el reinado de los manes y héroes4, durante 5.813 años.
4. El total llega a 11.000 años5, siendo éstos perío¬dos lunares, o sea meses. Porque, ciertamente, el gobier¬no completo del que hablan los egipcios —el gobierno de dioses, héroes y manes— debe haber comprendido en total 24.9,00 años lunares, lo que da 2.206 años solares.
5. Ahora bien, si comparamos estas cifras con las de la cronología hebrea, se puede ver que armonizan per¬fectamente. Egipto es denominado Mestraim por los he¬breos, y Mestraim vivió no mucho después del Diluvio. Porque después del Diluvio, Cam, el hijo de Noé, en¬gendró a Mestraim o Egipto, que fue el primero en es¬tablecerse en Egipto, en la época en que las distintas naciones comenzaron a dispersarse. Ahora bien, el tiem¬po completo desde Adán al Diluvio fue, según los he¬breos, de 2.242 años.
6. Pero puesto que los egipcios pretenden disfrutar de algún tipo de antigüedad especial puesto que tienen, desde antes del Diluvio, una línea de dioses, héroes y manes, que reinaron durante más de 20.000 años, se des¬prende de todo ello que estos años deben ser considera¬dos iguales al número de meses registrados por los he¬breos, es decir, que todos los meses contenidos en los registros hebreos de años deben coincidir con los meses lunares del cálculo egipcio, de acuerdo con la cantidad total de tiempo pasado desde la creación del hombre en el principio hasta Mestraim. Mestraim fue ciertamente el padre de los egipcios; y debe considerarse que la primera dinastía egipcia surgió de él.
7. Pero si el número de años sigue resultando exce¬sivo, debe suponerse que quizá varios reyes egipcios go¬bernaron paralelamente al mismo tiempo, ya que dicen que los gobernantes fueron reyes de Tis, de Menfis, de Sais, de Etiopía, y de otros lugares al mismo tiempo. Parece además que distintos reyes gobernaron en distin¬tas regiones, y que cada dinastía se vio confinada a su propio nomo, de manera que no hubo una sucesión de reyes que ocuparan el trono uno después de otro, sino que varios reyes reinaron a la vez en distintas regiones6. De aquí se origina una cifra total tan elevada en años. Pero dejemos esta cuestión y ocupémonos detalladamen¬te de la cronología de los egipcios.
Fr. 2 (de Sincelo).
Después Manetón habla también de cinco estirpes egip¬cias que formaron treinta dinastías, que comprendían a aquellos a los que llaman dioses, semidioses, espíritus de los muertos y hombres mortales*. De éstos Eusebio, «hijo» de Pánfilo, da el siguiente relato en su Crónica: «En relación con los dioses, semidioses y espíritus de los muertos y reyes mortales, los egipcios tienen una larga serie de estúpidos mitos. Los reyes egipcios más anti¬guos, ciertamente, contaban con años que eran lunares y que duraban treinta días, mientras que los semidioses que los sucedieron dieron el nombre de horoi a años que duraban tres meses.» De manera que Eusebio escribió razonablemente, criticando a los egipcios por sus necias habladurías; y, en mi opinión, Panodoro7 se equivoca al pensar que Eusebio yerra en esto, partiendo de la base de que Eusebio no supo entender lo que deseaban decir los historiadores. Además Panodoro piensa que él sí que acierta al aplicar un método novedoso, que es tal y como sigue: «Desde la creación de Adán hasta Enoc, es decir, hasta el año general cósmico 1282, el número de días no fue calculado ni en meses ni en años; sino que los Vigi¬lantes8, que habían descendido a la Tierra en el año general cósmico 1000, se comunicaron con los hombres, y les enseñaron que las órbitas de las dos luminarias, marcadas por los doce signos del Zodíaco, están com¬puestas de 360 partes. Al observar que la órbita de la Luna, más clara y pequeña, y que está más cercana a la Tierra, tiene un período de treinta días, los hombres de¬cidieron que tal período de tiempo debía ser considerado como un año, ya que la órbita del Sol también incluía los mismos doce signos del Zodíaco con un número si¬milar de partes, o sea, 360. Sucedió así que los reinados de los dioses que gobernaron entre ellos durante seis generaciones en seis dinastías fueron consignados en años que consistían en ciclos lunares de treinta días. El total de años lunares es de 11.985, o sea, 969 años solares. Al añadir éstos a los 1.058 años solares del período anterior a su reinado, forman la suma total de 2.027 años.» De manera similar, en las dos dinastías de nueve semidioses —que eran consideradas históricas aunque en realidad nunca existieron— Panodoro intenta obtener 214 años y seis meses de 858 horoi9 o tropoi, de manera que 969 años constituyen, según él, 1.183 años y seis meses, y éstos, cuando se añaden a los 1.058 años desde la época de Adán hasta el reinado de los dioses, llegan a un total de 2.242 años hasta el Diluvio.
De forma que Panodoro se esfuerza por mostrar que los escritos egipcios contrarios a Dios y a Sus Escrituras divinamente inspiradas están en realidad de acuerdo con ambos. Critica por ello a Eusebio, sin comprender que sus propios argumentos, que no pueden ser probados ni sometidos a la razón, se vuelven contra él y contra la verdad, puesto que... ni Babilonia ni Caldea fueron re¬gidas por reyes antes del Diluvio, ni hubo Egipto ante¬rior a Mestrem, y, según lo veo yo, ni siquiera estuvo habitado antes de ese tiempo...
Fr. 3 (de Sincelo).
Sobre la Antigüedad de Egipto
Manetón de Sebennito, sumo sacerdote de los maldi¬tos templos egipcios, que vivió después de Beroso, en la época de Ptolomeo Filadelfo, escribe a este Ptolomeo el mismo tipo de mentiras que Beroso, en relación a seis dinastías o seis dioses que nunca existieron. Estos, según dice él, reinaron durante 11.985 años. El primero de ellos, el dios Hefestos, fue rey durante 9.000 años. Ahora bien, algunos de nuestros historiadores, que consideran estos 9.000 años como si se tratara del mismo número de me¬ses lunares, y que dividen el número de días de 9.000 me¬ses lunares por los 365 días que tiene el año, obtienen un total de 727 años y nueve meses. Imaginan éstos que han alcanzado un resultado magnífico, cuando más bien debería señalarse que se trata de una lamentable falsedad que han intentado oponer a la verdad.
La Primera Dinastía de Egipto10.
1. Hefesto reinó 727 años y 9 meses.
2. Helios, el hijo de Hefesto, reinó 80 años y dos meses.
3. Agatodemon, reinó 56 años y siete meses.
4. Crono reinó 40 años y seis meses.
5. Osiris e Isis reinaron 35 años.
6. Tifón reinó 29 años.
(Semidioses)*
7. Horus reinó 25 años.
8. Ares reinó 23 años.
9. Anubis reinó 17 años.
10. Heracles reinó 15 años.
11. Apolo reinó 25 años.
12. Amón reinó 30 años.
13. Titoes reinó 27 años.
14. Sosus reinó 32 años.
15. Zeus reinó 20 años.
Fr. 4 (de Selecciones latinas de Bárbaro)11.
En el reino de Egipto nos encontramos con el más antiguo de todos los reinos, cuyo inicio tenemos la in¬tención de registrar, tal y como es dado por Manetón. Primero, voy a dejar constancia, tal y como sigue a con¬tinuación, de los dioses que, según los mismos egipcios, reinaron en aquel país. Algunos dicen que el dios Ifesto reinó en Egipto 680 años. Después de él, el Sol, hijo de Ifesto, reinó 77 años. Luego Sosinosiris12 reinó 320 años. Después de éste, Horus el gobernante reinó 28 años; y a continuación Tifón reinó 45 años. En total el reinado de los dioses fue de 1.550 años13.
Luego vienen los reinados de los semidioses**,que fueron así: Anubis reinó 83 años y también redactó las escrituras de los egipcios14. Acerca de éste, el gramático Apión15 explica que vivió en la época de Inaco16, rey cuando la fundación de Argos... durante 67 años17.
I. Después de esto Manetón da una lista de los reyes que fueron espíritus de los muertos, llamándolos tam¬bién semidioses... los cuales reinaron 2.100 años. A éstos los denomina «fortísimos»18.
II. Mineo y siete de sus descendientes reinaron 253 años.
III. Boco y ocho reyes más reinaron 302 años.
IV. Nequeroqueo y siete reyes más reinaron 214 años.
V. De manera similar otros diecisiete reyes reinaron 277 años.
VI. De manera similar otros veintiún reyes reinaron 258 años.
VII. Otos y otros siete reyes reinaron 203 años.
VIII. De manera similar otros catorce reyes reinaron 140 años.
IX. De manera similar otros veinte reyes reinaron 409 años.
X. De manera similar otros siete reyes reinaron 204 años.
Aquí termina el primer tomo de Manetón que contie¬ne un período de 2.100 años19.
XI. Una dinastía de reyes de Dióspolis que duró 60 años.
XII. Una dinastía de reyes de Bubastis que duró 153 años.
XIII. Una dinastía de reyes de Tanis que duró 184 años.
XIV. Una dinastía de reyes de Sabennito que duró 224 años.
XV. Una dinastía de reyes de Menfis que duró 318 años.
XVI. Una dinastía de reyes de Heliópolis que duró 221 años.
XVII. Una dinastía de reyes de Hermópolis que duró 260 años.
El segundo tomo continúa el registro hasta la XVII Di¬nastía, y comprende 1.520 años20. Estas son las dinastías egipcias.
Fr. 5 (de la Crónica de Malalas)21,22.
Estos antiguos reinados de los primeros reyes egipcios son recogidos por Manetón, y en sus escritos queda establecido que los nombres de los cinco planetas se den de otra forma: a Cronos23 acostumbraban a llamarlo la estrella brillante; a Zeus, la estrella radiante; a Ares24, la estrella de fuego; a Afrodita25, la más hermosa; a Hermes26, la estrella brillante. Estos nombres fueron ex¬plicados más tarde por el sabio Sotates27.
El primer rey de Egipto pertenecía a la tribu de Cam, el hijo de Noé. Fue Faraón, al que también se llamó Naracó. Los antiguos reinos de Egipto anteriores a aquél fueron señalados por el sapientísimo Manetón, como ya se ha dicho.
Fr. 6 (de Sincelo).
Puesto que un conocimiento de los períodos cubiertos por las dinastías egipcias desde Mestraim hasta Nectanebo es necesario en muchas ocasiones para aquellos que se ocupan de las investigaciones cronológicas, y puesto que las dinastías tomadas de la Historia de Manetón apa¬recen en historiadores eclesiásticos con discrepancias en lo relativo a los nombres de los reyes y a la duración de sus reinados, y también en relación con el hecho de quién era rey cuando José fue gobernador de Egipto, y de quién reinaba cuando, posteriormente, Moisés —el que vio a Dios— condujo a Israel en su Éxodo de Egipto, he con¬siderado necesario escoger dos de las recensiones más famosas y colocarlas la una al lado de la otra —me estoy refiriendo a los relatos de Africano y del posterior Eusebio de Panfilo— de forma que con la dedicación in¬dispensable se pueda llegar al punto de vista que se apro¬xima más a la verdad bíblica. Primeramente, debe enten¬derse que Africano aumenta en 20 años el período que va desde Adán hasta el Diluvio y que, en lugar de 2.242 años, él llega a la cifra de 2.262 años, lo que parece que es un error. Por otro lado, Eusebio mantiene la cifra fiable de 2.242 años en armonía con la Biblia. En rela¬ción con el período que va desde el Diluvio hasta Abraham y Moisés, ambos se han desviado en un período de 130 años correspondientes al segundo Cainan, el hijo de Arfaxad28, es decir, una generación, la decimotercera, desde Adán, tal y como aparece en Lucas el evangelis¬ta29. Pero Africano, en los 20 años que añadió entre Adán y el Diluvio, anticipó esto y sólo quedan aquí 110 años en el período de Cainan y sus sucesores. Por tanto, hasta el primer año de Abraham consignó 3.202 años; mientras que Eusebio, al omitir por completo aque¬llos 130 años, consignó 3.184 años hasta el primer año de Abraham30.
(DINASTÍA I)31
Según Africano.
Este es el relato que da Africano de las dinastías de Egipto (después del Diluvio).
1. Después de los espíritus de los muertos, de los semidioses, la primera casa real tuvo ocho reyes, el pri¬mero de los cuales, Menes32 de Tis, reinó 62 años. Fue arrollado por un hipopótamo y pereció33.
2. Atotis34, su hijo, reinó 57 años. Edificó el palacio de Menfis35. Sus obras de anatomía han llegado hasta nosotros, porque era médico.
3. Kenkenes36, su hijo, reinó 31 años.
4. Uenefes, su hijo, reinó 23 años. Durante su reina¬do una gran hambre se apoderó de Egipto. El levantó las pirámides que hay cerca de Cocome37.
5. Usafaidos38, su hijo, reinó 20 años.
6. Miebidos39, su hijo, reinó 26 años.
7. Semempses, su hijo, reinó 18 años. Durante su rei¬nado una gran calamidad cayó sobre Egipto.
8. Bienekes, su hijo, reinó 26 años. En total fueron 253 años40.
Eusebio establece asimismo los detalles de la I Dinas¬tía de una manera muy similar a la de Africano.
Fr. 7 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
Este es el relato que da Eusebio de las dinastías egip¬cias (después del Diluvio).
Después de los espíritus de los muertos y de los se¬midioses, los egipcios señalan que la I Dinastía tuvo ocho reyes. Entre éstos se encontraba Menes, cuyo gobierno sobre Egipto fue ilustre. Voy a indicar los gobernantes de cada estirpe desde la época de Menes. Su sucesión es la siguiente:
1. Menes de Tis (Zis) con sus 7 descendientes —el rey llamado Men por Herodoto— reinó 60 años. Realizó una expedición al extranjero en la que obtuvo fama, pero fue arrollado por un hipopótamo.
2. Atotis, su hijo, reinó 27 años. Edificó el palacio de Menfis. Practicó la medicina y escribió libros de ana¬tomía.
3. Kenkenes, su hijo, reinó 39 años.
4. Uenefes, su hijo, reinó 42 años. Durante su reina¬do el hambre se apoderó de Egipto. El levantó las pirá¬mides que hay cerca de Cocome.
5. Usafais reinó 20 años.
6. Niebais reinó 26 años.
7. Semempses reinó 18 años. Durante su reinado hubo muchos portentos y una gran calamidad.
7. Ubientes, su hijo, reinó 26 años. En total fueron 252 años.
(b) Versión armenia de Eusebio
Después de los manes y de los héroes, los egipcios señalan que la I Dinastía tuvo ocho reyes. El primero de éstos fue Menes, que obtuvo renombre por el gobierno de su reino. Empezando por éste, registraré cuidadosa¬mente las familias reales una por una. Su sucesión deta¬llada es la siguiente:
1. Menes de Tis (al que Herodoto llamó Min) y sus 7 descendientes. Reinó 30 años, y avanzó con su ejército más allá de las fronteras de su reino, obteniendo la fama por sus éxitos. Fue arrollado por un dios en forma de hipopótamo41.
2. Atotis, su hijo, reinó 27 años. Edificó para sí un palacio real en Menfis y también practicó el arte de la medicina, escribiendo libros sobre la técnica de abrir los cuerpos.
3. Cencenes, su hijo, reinó 39 años.
4. Vavenefis reinó 42 años. En su tiempo el hambre se apoderó de la tierra. Él levantó las pirámides que hay cerca de Co.
5. Usafais reinó 20 años.
6. Niebais reinó 26 años.
7. Mempses reinó 18 años. Durante su reinado hubo muchos portentos y una gran epidemia.
8. Vibentis reinó 26 años. En total fueron 252 años.
(DINASTÍA II)42
Fr. 8 (de Sincelo). Según Africano.
La Dinastía II está formada por nueve reyes de Tis. El primero fue Boetos, que reinó 38 años. En su reinado se abrió una grieta43 en Bubastis44 y muchos perecieron.
2. Kaiecos45 reinó 39 años. En su reinado se consi¬deró que los bueyes Apis46 en Menfis y Mnevis en Heliópolis y el carnero de Mendes eran dioses47,48.
3. Binotris reinó 47 años. En su reinado se decidió que las mujeres podían ser reyes49.
4. Tlas reinó 17 años.
5. Setenes reinó 41 años.
6. Caires reinó 17 años.
7. Neferqueres reinó 25 años. Durante su reinado, se cuenta que el Nilo fluyó mezclado con miel durante 11 días.
8. Sesocris reinó 48 años. Su estatura era de 5 codos y 3 palmos50.
9. Keneres reinó 30 años.
En total fueron 302 años.
El total de años para la I y II Dinastías, después del Diluvio, fue de 555 años, de acuerdo a la segunda edi¬ción de Africano.
Fr. 9 (de Sincelo). Según Eusebio.
La II Dinastía está formada por nueve reyes de Tis. El primero fue Boetos, en cuyo reinado se abrió una grieta en Bubastis y muchos perecieron.
Fue sucedido por Kaicoos. En su reinado se consideró que Apis y Mnevis, y también el carnero de Mendes, eran dioses.
3. Biofis. En su reinado se decidió que las mujeres podían ser reyes. En los reinados de los tres reyes que los sucedieron no aconteció nada digno de mención.
7. En el séptimo reinado, se cuenta que el Nilo fluyó mezclado con miel durante 11 días.
8. Después, Sesocris reinó 48 años. Su estatura era de 5 codos y 3 palmos.
9. En el noveno reinado no sucedió nada digno de ser mencionado. Estos reyes gobernaron 297 años.
El total de años para la I y II Dinastías fue de 549 años, de acuerdo a la recensión de Eusebio.
Fr. 10. Versión armenia de Eusebio.
La II Dinastía estuvo compuesta por nueve reyes. El primero fue Bocos, en cuyo reinado se abrió un gran agujero en Bubastis y se tragó a muchas personas.
Fue sucedido por Cecous. En su reinado se consideró que Apis y Mnevis, y también el carnero de Mendes, eran dioses.
Después reinó Biofis, bajo el cual se estableció me¬diante una ley que las mujeres podían obtener la digni¬dad regia.
En los reinados de los tres reyes que los sucedieron no aconteció nada digno de mención.
Bajo el séptimo rey, los mitólogos cuentan que por el Nilo fluyeron mezcladas el agua con la miel durante 11 días.
Después, Sesocris reinó 48 años. Se dice que su esta¬tura era de 5 codos de alto y de 3 palmos de ancho51.
Finalmente, en el noveno reinado no sucedió nada dig¬no de ser mencionado.
Estos reyes gobernaron 297 años.
(DINASTÍA III)52
Fr. 11 (de Sincelo). De Africano.
La III Dinastía comprendía nueve reyes de Menfis.
1. Nequerofes53, que reinó 28 años. Durante su rei¬nado, los libios se rebelaron contra Egipto, y cuando la luna se agrandó extraordinariamente, se rindieron aterro-rizados.
2. Tosortros54,55, reinó 29 años. Durante su reinado vivió Imutes56, que a causa de su habilidad médica tiene la reputación de Asclepios entre los egipcios, y que fue el inventor del arte de edificar con piedra cortada57. Ade¬más, también se dedicó a la literatura.
3. Tyreis reinó 7 años.
4. Mesocris reinó 17 años.
5. Soyfis reinó 16 años.
6. Tosertasis58 reinó 19 años.
7. Aques reinó 42 años.
8. Sefuris reinó 30 años.
9. Kerferes59 reinó 26 años.
El total fue de 214 años.
El total de años para las tres primeras dinastías, según Africano, fue de 769.
Fr. 12 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La III Dinastía comprendía ocho reyes de Menfis.
1. Nequeroquis. Durante su reinado, los libios se re¬belaron contra Egipto, y cuando la luna se agrandó ex¬traordinariamente, se rindieron aterrorizados.
2. Fue sucedido por Sesortos... fue considerado, en Egipto, a causa de su habilidad médica, como Asclepios. Fue asimismo el inventor del arte de edificar con piedra cortada y también se dedicó a la literatura.
Los seis reyes restantes no hicieron nada digno de men¬ción. Estos ocho reyes reinaron 198 años.
El total de años para las tres primeras dinastías, según Eusebio, fue de 747.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La III Dinastía comprendía ocho reyes de Menfis.
Nequeroquis, en cuyo reinado los libios se rebelaron contra Egipto, y cuando la luna pasó al estado decre¬ciente de manera intempestiva, volvieron a la sumisión aterrorizados.
Después vino Sesortos... fue considerado Esculapio por los egipcios a causa de su habilidad médica. Fue asimis¬mo el inventor del arte de edificar con piedra cortada y también se dedicó a escribir libros.
Los seis reyes restantes no hicieron nada digno de men¬ción. Estos reinados duraron 197 años.
El total de años para las tres primeras dinastías, según Eusebio, fue de 747.
(DINASTÍA IV)60
Fr. 14 (de Sincelo). Según Africano.
La IV Dinastía comprendió ocho reyes de Menfis que pertenecen a una estirpe diferente:
1. Soris61 reinó 29 años.
2. Sufis62 reinó 63 años. Levantó la Gran Pirámide que Herodoto dice que fue construida por Keops. Sufis se ensoberbeció contra los dioses63. Compuso asimismo el Libro Sagrado, que yo adquirí en mi visita a Egipto64 a causa de su fama.
3. Sufis65 reinó 66 años.
4. Menkeres66 reinó 63 años.
5. Ratoises67 reinó 25 años.
6. Bikeris reinó 22 años.
7. Seberkeres68 reinó 7 años.
8. Tamftis reinó 9 años.
En total fueron 277 años.
El total de años para las primeras cuatro dinastías des¬pués del Diluvio fue de 1.046 según Africano.
Fr. 15 (de Sincelo). Según Eusebio.
La IV Dinastía comprendió diecisiete reyes de Menfis que pertenecían a una estirpe diferente:
De éstos, el tercero fue Sufis, el constructor de la Gran Pirámide que Herodoto dice que fue construida por Keops. Sufis se ensoberbeció contra los dioses pero, arre-pintiéndose de ello, compuso también el Libro Sagrado, que los egipcios tienen en gran estima.
De los reyes restantes no ha quedado registrado nin¬gún hecho de importancia.
Esta dinastía gobernó 448 años.
El total de años para las primeras cuatro dinastías des¬pués del Diluvio fue de 1.195 según Eusebio.
Fr. 16. Versión armenia de Eusebio.
La IV Dinastía comprendió diecisiete reyes de Menfis que pertenecían a una estirpe diferente.
El tercero de estos reyes fue Sufis, el constructor de la Gran Pirámide que Herodoto dice que fue construida por Keops. Sufis se ensoberbeció contra los dioses pero, posteriormente y en señal de arrepentimiento, compuso el Libro Sagrado, en el que los egipcios creen tener un gran tesoro.
De los reyes restantes no ha quedado registrado nin¬gún hecho de importancia.
El reinado fue de 448 años.
El total de años para las primeras cuatro dinastías des¬pués del Diluvio fue de 1.195 según Eusebio.
(DINASTÍA V) 69
Fr. 18 (de Sincelo). Según Africano.
La V Dinastía estuvo compuesta por ocho reyes de Elefantina:
1. Userkeres70 reinó 28 años.
2. Sefres71 reinó 13 años.
3. Neferqueres72 reinó 20 años.
4. Sisires73 reinó 7 años.
5. Keres74 reinó 20 años.
6. Ratures75 reinó 44 años.
7. Menkeres76 reinó 9 años.
8. Tankeres77 reinó 44 años.
8. Onnos78 reinó 33 años.
En total fueron 248 años79.
Junto con los mencionados 1.046 años de las primeras cuatro dinastías hacen un total de 1.294 años.
Fr. 19 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La V Dinastía80 estuvo compuesta por treinta y un reyes de Elefantina.
De éstos, el primero fue Otoes, que fue asesinado por sus lanceros.
El cuarto rey, Fiops, que le sucedió cuando tenía seis años de edad, reinó hasta cumplir los cien. De manera que junto con los ya mencionados 1.195 años de las pri-meras cuatro dinastías, se llega a un total de 1.295 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La V Dinastía estuvo compuesta por treinta y un reyes de Elefantina. De éstos, el primero fue Otius, que fue asesinado por sus escoltas. El cuarto rey fue Fiops, que ostentó la dignidad regia desde los seis años de edad hasta los cien.
(DINASTÍA VI)81
Fr. 20
La VI Dinastía estuvo compuesta por seis reyes de Menfis:
1. Otoes82 reinó 30 años. Fue asesinado por sus lan¬ceros.
2. Fiós83 reinó 53 años.
3. Metusufis84 reinó 7 años.
4. Fiops85, que empezó a reinar a los seis años de edad y continuó haciéndolo hasta los cien86.
5. Mentesufis87 reinó 1 año.
6. Nitocris88, la más noble y adorable de las mujeres de su tiempo, de hermosa figura, la constructora de la tercera pirámide89, que reinó 12 años.
El total es de 203 años90. Junto con los ya mencionados 1.294 años de las cinco primeras dinastías suman un total de 1.497 años.
Fr. 21 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La VI Dinastía.
Hubo una reina llamada Nitocris, la más noble y ado¬rable de las mujeres de su tiempo. Tenía una hermosa figura y se dice que construyó la tercera pirámide, así como que reinó 12 años.
Estos [sic] reinaron tres años. En otra copia se dice que 203 años. Junto con los ya mencionados 1.295 años de las cinco primeras dinastías hacen un total de 1.498 años91
(b) Versión armenia de Eusebio.
La VI Dinastía. Hubo una reina llamada Nitocris, más valiente que todos los hombres y más bella que todas las mujeres de su tiempo, dotada de una hermosa piel y de rojas mejillas. Se dice que construyó la tercera pirámide que tiene aspecto de montaña.
Los reinados unidos de todos los reyes ascienden a 203 años.
(DINASTÍA VII)92
Fr. 23 (de Sincelo). Según Africano.
La VII Dinastía consistió en setenta reyes de Menfis que reinaron 70 días.
Fr. 24 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La VII Dinastía consistió en cinco reyes de Menfis que reinaron 75 días.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La VII Dinastía consistió en cinco reyes de Menfis que reinaron 75 años.
(DINASTÍA VIII)93
Fr. 25 (de Sincelo). Según Africano.
La VIII Dinastía consistió en veintisiete reyes de Men¬fis, que reinaron 146 años. Junto con los reinados ya mencionados, se llega a un total de 1.629 años para las ocho primeras dinastías.
Fr. 26 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La VIII Dinastía consistió en cinco reyes de Menfis, que reinaron 100 años. Junto con los reinados va mencionados, se llega a un total de 1.598 años para las ocho primeras dinastías.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La VIII Dinastía consistió en cinco reyes de Menfis, que reinaron 100 años.
(DINASTÍA IX)94
Fr. 27 (de Sincelo). Según Africano.
La IX Dinastía consistió en diecinueve reyes de Heracleópolis, que reinaron 409 años. El primero de ellos, el rey Actoes, al comportarse mucho más cruelmente que sus predecesores, provocó el lamento de todo Egip¬to. Posteriormente, cayó presa de la locura y fue asesi¬nado por un cocodrilo.
Fr. 28 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La IX Dinastía consistió en cuatro reyes de Heracleópolis, que reinaron 100 años. El primero de ellos, el rey Actoes, al comportarse más cruelmente que sus prede¬cesores, provocó el lamento de todo Egipto. Posterior¬mente, cayó presa de la locura y fue asesinado por un cocodrilo.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La IX Dinastía consistió en cuatro reyes de Heracleópolis, que reinaron 100 años. El primero de ellos, el rey Octois, fue más cruel que los que le habían precedido, y asoló a todo Egipto con terribles calamidades. Poste¬riormente, cayó presa de la locura y fue devorado por un cocodrilo.
(DINASTÍA X)
Fr. 29 (de Sincelo). Según Africano.
La X Dinastía consistió en diecinueve reyes de Heracleópolis que reinaron durante 185 años.
Fr. 30 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La X Dinastía consistió en diecinueve reyes de Heracleópolis que reinaron durante 185 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La X Dinastía consistió en diecinueve reyes de Heracleópolis que reinaron durante 185 años.
(DINASTÍA XI)
Fr. 31 (de Sincelo). Según Africano.
La XI Dinastía consistió en dieciséis reyes de Dióspolis (Tebas) que reinaron 43 años. Después de éstos, vino Ammenemes que reinó 16 años.
Hasta aquí llega el tomo primero de Manetón.
El total del tiempo transcurrido en los reinados de los 192 reyes fue de 2.300 años y 70 días.
Fr. 32 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XI Dinastía consistió en dieciséis reyes de Dióspolis que reinaron 43 años. Después de éstos, vino Amme¬nemes que reinó 16 años.
Hasta aquí llega el tomo primero de Manetón.
El total del tiempo en los reinados de los 192 reyes fue de 2.300 años y 79 días.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XI Dinastía consistió en dieciséis reyes de Dióspolis que reinaron 43 años. Después de éstos, vino Amme¬nemes, que reinó 16 años.
Hasta aquí llega el tomo primero de Manetón.
El total del tiempo en los reinados de los 192 reyes fue de 2.300 años y 70 días.
TOMO II
(DINASTÍA XII)1
Fr. 34 (de Sincelo). Según Africano.
Del segundo tomo de Manetón.
La XII Dinastía consistió en siete reyes de Dióspolis.
1. Seconcosis2, hijo de Ammanemes, reinó 46 años.
2. Ammanemes3 reino 38 años. Fue asesinado por sus propios eunucos4.
3. Sesostris5 reinó 48 años. En nueve años se apo¬deró de Asia y de Europa hasta Tracia, levantando en todas partes memoriales relatando su conquista de los pueblos. En las estelas grababa en honor de una raza valiente las partes íntimas del hombre6 y en descrédito de una raza innoble las de una mujer 7. Los egipcios lo consideraron sólo inferior en rango a Osiris8.
4. Lacáres reinó 8 años. Construyó el laberinto en el nomo de Arsinoe como su propia tumba 9.
5. Ameres 10 reinó 8 años.
6. Ammenemes 11reinó 8 años.
7. Skemiofris reinó 4 años.
El total es de 160 años.
Fr. 35 (de Sincelo). Según Eusebio.
Del tomo segundo de Manetón.
La XII Dinastía consistió en siete reyes de Dióspolis. El primero de éstos, Sesoncosis, hijo de Ammenemes, reinó 46 años.
2. Ammanemes reinó 38 años. Fue asesinado por sus propios eunucos.
3. Sesostris reinó 48 años. Se dice que medía 4 co¬dos, 3 palmos y 2 dedos. En nueve años subyugó toda Asia y Europa hasta Tracia, erigiendo en todas partes memoriales de sus conquistas sobre los pueblos. En es¬telas grabó las partes íntimas del hombre si la raza era valiente, y las de la mujer si era innoble. Por todo esto, los egipcios lo consideraron sólo inferior en rango a Osiris.
Después de él reinó Lamaris 8 años. Este edificó el Laberinto en el nomo de Arsinoe como tumba propia.
Sus sucesores gobernaron durante 42 años, llegando todos los reinados de la dinastía a 245 años 12.
Fr. 36. Versión armenia de Eusebio.
Del libro segundo de Manetón.
La XII Dinastía consistió en siete reyes de Dióspolis. El primero de éstos, Sesoncosis, hijo de Ammenemes, reinó 46 años.
2. Ammenemes reinó 38 años. Fue asesinado por sus propios eunucos.
3. Sesostris reinó 48 años. Se dice que tenía 4 codos, 3 palmos y dos dedos de estatura. En nueve años domi¬nó toda Asia, y Europa hasta Tracia. En todas partes erigió memoriales de la dominación de cada pueblo, es¬culpiendo en columnas los atributos viriles si había sido gente valiente, y los femeninos si se trataba de pueblos cobardes para que les causara vergüenza. Por todo esto, los egipcios le prodigaron honores cercanos sólo a los de Osiris.
Su sucesor, Lampares, reinó 8 años. En el nomo de Arsinoe se edificó como tumba un laberinto cavernoso.
Sus sucesores reinaron 42 años.
La suma de toda la dinastía fue de 245 años.
(DINASTÍA XIII)
Fr. 38 (de Sincelo). Según Africano.
La XIII Dinastía 13 consistió en sesenta 14 reyes de Dióspolis que reinaron durante 453 años.
Fr. 39 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XIII Dinastía consistió en sesenta reyes de Dióspolis que reinaron 453 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XIII Dinastía consistió en sesenta reyes de Dióspolis que reinaron 453 años.
(DINASTÍA XIV) 15
Fr. 41 (a) (de Sincelo). Según Africano.
La XIV Dinastía consistió en setenta y seis reyes de Xois, que reinaron 184 años.
(b) Según Eusebio.
La XIV Dinastía consistió en setenta y seis reyes que reinaron 184 años, o 434 según otra copia.
(c) Versión armenia de Eusebio.
La XIV Dinastía consistió en setenta y seis reyes de Xois, que reinaron 484 años.
(LOS HICSOS) 16
Fr. 42 (de Josefo, Contra Apión, I, 14, pp. 73-92)
73. Comenzaré con los documentos egipcios 17. Es¬tos no puedo presentároslos en su forma antigua. No obstante, tenemos en Manetón a un egipcio de nacimien¬to que había sido educado manifiestamente en la cultura helénica. Este escribió en griego la historia de su pueblo, traduciéndola como pudo, según él mismo nos narra, de las tablillas sagradas 18. En muchos puntos relativos a la historia de Egipto, acusa a Herodoto de haberse equivocado por ignorancia. En el segundo tomo de su Historia de Egipto, este escritor llamado Manetón habla de no¬sotros de la siguiente manera. Voy a citar sus propias palabras igual que si trajera al mismo Manetón corno testigo:
«Tutimeos. Durante su reinado, por una causa que ignoro, nos golpeó Dios e, inesperadamente, unos hom¬bres de estirpe desconocida, procedentes de Oriente, con osadía invadieron nuestro país, al que sometieron me¬diante la fuerza, sin dificultad ni combate» 19.
76. Tras haberse impuesto a los gobernantes de la Tierra, destruyeron las ciudades, arrasaron los templos de los dioses y trataron con extrema crueldad a los ha¬bitantes del país, asesinando a unos y reduciendo a la esclavitud a los hijos y las mujeres de otros.
77. Por último, proclamaron rey a uno de los suyos, cuyo nombre era Salitis 20. Este se estableció en Menfis, exigió tributo al Alto y al Bajo Egipto y estableció guar¬niciones en sitios estratégicos. Se dedicó de manera es¬pecial a fortificar las regiones orientales, previniendo así la invasión de su reino por los asirios 21 que podría acontecer si aquéllos llegaban a ser especialmente fuertes.
78. Habiendo hallado en el nomo saita 22 una ciudad favorablemente situada al este del río Bubastites 23 que se llamaba, según una antigua tradición religiosa, Avaris 24, la reedificó, la fortificó con espesas murallas y, con la finalidad de proteger la frontera, situó en ella una guarnición de infantería pesada compuesta por 240.000 hombres.
79. Hasta aquí venía en verano, en parte para entre¬garles raciones y salario a sus tropas, en parte para en¬trenarlas cuidadosamente en maniobras provocando así el terror de las naciones extranjeras. Después de reinar 19 años Salitis murió.
80. Un segundo rey, de nombre Bnón, le sucedió y reinó durante 44 años. Después de éste reinó durante 36 años y 7 meses Apacnán. A continuación reinó Apofis 61 años, y Iannás 25, 50 años y un mes.
81. Después de todos éstos, reinó finalmente Assis 49 años y 2 meses. Estos seis monarcas, sus primeros gobernantes, manifestaron una inclinación cada vez más fuerte por extirpar la raíz de Egipto.
82. Su raza era denominada «hicsos», que significa «reyes pastores», ya que «hyk» en la lengua sagrada significa «rey» y «sos» en el lenguaje vulgar es «pastor» o «pastores». De aquí proviene, pues, el término «hicsos»26
83. Algunos dicen que eran árabes 27. En otra co¬pia 28, se dice que la expresión «hyk» no significa «re¬yes» y, por el contrario, la expresión compuesta equivale a «reyes-cautivos». De hecho, en egipcio, «hyk» y «hak» cuando se aspiran expresamente significan «cautivos» 29. Esta explicación me resulta más convincente y armoniza mejor con la antigua historia.
84. Estos reyes que he enumerado arriba, y sus des¬cendientes, que rigieron a los llamados pastores, domi¬naron Egipto, según Manetón, durante 511 años 30.
85. Después se produjo una rebelión de los reyes de la Tebaida y del resto de Egipto contra los «pastores», y estalló entre ambas partes una terrible y prolongada guerra.
86. Según dice Manetón, los «pastores» fueron de¬rrotados, expulsados del resto del Nilo y confinados en una región, llamada Avaris, cuya circunferencia era de 10.000 arurae 31, por un rey cuyo nombre era Misfragmutosis 32.
87. Según Manetón, los «pastores» rodearon toda esta zona con una muralla alta y fuerte, para proteger todas sus posesiones y el fruto de sus saqueos.
88. Tutmosis 33, el hijo de Misfragmutosis, intentó lo¬grar su rendición sitiando la fortaleza y bloqueando la misma con un ejército de 480.000 hombres. Finalmente, viendo que era imposible tomarla, concluyó con ellos un tratado en virtud del cual debían abandonar todos Egip¬to pudiendo marchar sin problemas al lugar que desearan.
89. En base a estas condiciones, los «pastores», con sus familias y posesiones, no menos de 240.000 personas, abandonaron Egipto y viajaron por el desierto en direc¬ción a Siria.
90. Allí, temiendo el poder de los asirios que en esa época eran los dueños de Asia, construyeron en la tierra que ahora se llama Judea una ciudad enorme, con capa¬cidad suficiente como para dar albergue a todos aquellos miles de personas, y la llamaron Jerusalén.
91. En otro libro de su Historia de Egipto, Manetón dice que la raza de los denominados «pastores» es des¬crita, en los libros sagrados de Egipto, como «cautivos», y su afirmación es correcta. Ciertamente, nuestros remo¬tos antepasados tuvieron como costumbre hereditaria el apacentar ganado, y como llevaban una vida nómada, fueron llamados «pastores» 34.
92. Por otra parte, en los registros egipcios fueron denominados, no sin razón, cautivos, puesto que nuestro antepasado José dijo al rey de Egipto 35 que era un cau¬tivo, y más tarde, con el consentimiento del rey, llamó a sus hermanos a Egipto. Pero trataré este tema más a fondo en otro lugar.
(DINASTÍA XV)
Fr. 43 (de Sincelo). Según Africano.
La Dinastía XV estuvo constituida por los reyes pas¬tores. Hubo seis extranjeros procedentes de Fenicia 36, que se apoderaron de Menfis. En el nomo setroita fun¬daron una ciudad, desde la cual subyugaron a Egipto.
El primero de estos reyes, Saites, reinó 19 años y de él recibe su nombre el nomo saita 37.
2. Bnón reinó 44 años.
3. Pacnán reinó 61 años.
4. Staán 38 reinó 50 años.
5. Arcles reinó 49 años.
6. Afofis reinó 61 años.
En total reinaron 284 años.
Fr. 44 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La Dinastía XV consistió en reyes de Dióspolis que reinaron durante 250 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La Dinastía XV consistió en reyes de Dióspolis que reinaron durante 250 años.
(DINASTÍA XVI)
Fr. 45 (de Sincelo). Según Africano.
La Dinastía XVI fue también de reyes pastores en nú¬mero de 32. Reinaron durante 518 años.
Fr. 46 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La Dinastía XVI estuvo formada por cinco reyes de Tebas, que reinaron 190 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La Dinastía XVI estuvo formada por cinco reyes de Tebas, que reinaron durante 190 años.
(DINASTÍA XVII)
Fr. 47 (de Sincelo). Según Africano.
La Dinastía VII fue también de reyes pastores, 43 en total, y tebanos y de Dióspolis, 43 en total.
El total de los reinados de los reyes pastores y de los reyes tebanos fue de 151 años39.
Fr. 48 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La Dinastía XVII fue la de los pastores y hermanos40. Eran reyes extranjeros procedentes de Fenicia, que se apoderaron de Menfis.
El primero de estos reyes, Saites, reinó durante 19 años. El nomo saita recibe su nombre de él. Estos reyes fundaron una ciudad en el nomo setroita, desde la cual subyugaron a Egipto.
2. Bnón reinó 40 años.
3. Afofis reinó 14 años.
Después de éste Arjles reinó durante 30 años.
En total reinaron 103 años.
Durante su tiempo José fue nombrado rey de los egip¬cios.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La Dinastía XVII estuvo formada por pastores que eran hermanos de Fenicia y reyes extranjeros. Se apode¬raron de Menfis. El primero de estos reyes, Saites, reinó durante 19 años. De él recibe su nombre el nomo saita. Estos reyes fundaron en el nomo setroita una ciudad desde la que, tras realizar una expedición, dominaron Egipto.
El segundo rey fue Bnón, que reinó 40 años.
Después reinó Arcles durante 30 años.
Afofis reinó 14 años.
El total fue de 103 años.
En la época de éstos parece ser que reinó en Egipto José.
Fr. 49 (de los Escolios a Platón, Timeo, 21 E).
Saítico. Según la Historia de Egipto de Manetón. La Dinastía XVII estuvo formada por pastores. Eran her¬manos procedentes de Fenicia, reyes extranjeros que se apoderaron de Menfis. El primero de estos reyes, Saites, reinó durante 19 años. El nomo saita recibe su nombre de él. Estos reyes fundaron en el nomo setroita una ciu¬dad, desde la que subyugaron Egipto.
El segundo de estos reyes, Bnón, reinó durante 40 años. El tercero, Arcaés, reinó 30 años. El cuarto, Afo¬fis, reinó 14 años. En total fueron 103 años.
Saites añadió 12 horas al mes para alargarlo a 30 días; y añadió 6 días al año, para que tuviera 365 días 41.
(DINASTÍAS XVIII Y XIX) 42
Fr. 50 (de Josefo, Contra Apión, I, 15, 16, pp. 93-105)43
93. Ahora estoy citando a los egipcios como testigos de nuestra antigüedad. Por tanto, voy a volver a citar de las obras de Manetón en lo que se refiere a la cronología. Su relato es como sigue:
94. «Después de la marcha de la tribu de los pastores desde Egipto a Jerusalén, Tétmosis44, el rey que los arro¬jó de Egipto, reinó 25 años y cuatro meses hasta su muerte, siendo entonces sucedido por su hijo Kébron 45, que reinó durante 13 años.»
95. Después de él, Amenofis 46 reinó durante 20 años y siete meses. Después su hermana Amesis 47 reinó 21 años y 9 meses. A continuación su hijo Mefres 48 rei¬nó 12 años y 9 meses. Luego su hijo Meframutosis 49 reinó 25 años y 10 meses.
96. Después su hijo Tutmosis 50 reinó 9 años y 8 meses. A continuación su hijo Amenofis51 reinó 30 años y 10 meses. A continuación su hijo Horus 52 reinó 36 años y 5 meses. Después su hija Acenkeres53 reinó 12 años y 1 mes. Luego su hermano Ratotis reinó 9 años.
97. Después su hijo Acenkeres reinó 12 años y 5 me¬ses. Luego su hijo Acenkeres II reinó 12 años y 3 meses, su hijo Harmais 4 años y 1 mes, su hijo Rameses 1 año y 4 meses, su hijo Harmeses Miamun 66 años y 2 meses.
98. Su hijo Amenofis 19 años y seis meses, y su hijo Setos54, también llamado Rameses, cuyo poder descan¬saba en la caballería y en la flota. Este rey nombró a su hermano Harmais virrey de Egipto, y le invistió de todas las prerrogativas regias, pero le ordenó que no llevara diadema, que no tocara a la reina, la madre de sus hijos, y que se apartara asimismo de las concubinas regias.
99. Este mandó una expedición contra Chipre y Fe¬nicia y posteriormente otra contra los asirios y los medos; y los venció a todos ellos, a algunos por la espada, a otros sin llegar a combatir valiéndose únicamente de la amenaza de su poderoso ejército. Con el orgullo de sus conquistas, continuó su avance todavía con mayor valor, y dominó las ciudades y las tierras de Oriente.
100. Cuando ya había pasado un considerable perío¬do de tiempo, Harmais, que se había quedado en Egipto, intrépidamente contravino todas las órdenes de su her¬mano. Ultrajó a la reina y ordenó la liberación de las concubinas. Después, siguiendo el consejo de sus ami¬gos, comenzó a llevar diadema y se rebeló contra su hermano.
101. El supervisor de los sacerdotes de Egipto 55 en¬vió entonces una misiva a Setosis, poniéndole al corrien¬te de todos los detalles, incluyendo la rebelión de su hermano Harmais. Setosis regresó inmediatamente a Pelusio 56 y tomó posesión de su reino57
102. y la tierra recibió el nombre de Egipto a causa de él. Se dice que Setos se llamaba Egipto y su hermano Harmais, Dánaos 58.
103. Estas cosas las escribió Manetón, y, si se calcula el tiempo según los años mencionados, resulta evidente que los denominados «pastores», nuestros antepasados, abandonaron Egipto y se establecieron en nuestra tierra 393 años antes de la venida de Dánaos a Argos. De he¬cho, los argivos consideran que Dánaos perteneció a la remota antigüedad.
104. De manera que Manetón nos ha proporcionado pruebas acerca de dos aspectos importantes relacionados con los registros egipcios. El primero, que llegamos a Egipto procedentes de algún otro lugar; y el segundo, que nuestra marcha de Egipto se produjo en fecha tan remota que precedió a la Guerra de Troya59 en más de mil años60.
105. En cuanto a las añadiduras que ha hecho Ma¬netón, partiendo no de los registros egipcios, sino, como él mismo admitió, de relatos anónimos y legendarios, más adelante las refutaré detalladamente, y mostraré la improbabilidad de sus mentirosas historias.
Fr. 51 (de Teófilo61, A Autólico, III, 19) 62
Moisés era el caudillo de los judíos, como ya he dicho, cuando fueron expulsados de Egipto por el rey faraón cuyo nombre era Tétmosis63. Después de la expulsión del pueblo, este rey, según se dice, reinó 25 años y 4 me¬ses, según el cálculo de Manetón.
2. Después de él, Jebron reinó 13 años.
3. Después de él, Amenofis reinó 20 años y 7 meses.
4. Después de él, su hermana Amesse reinó 21 años y 1 mes.
5. Después de ella, Mefres reinó 12 años y 9 meses.
6. Después de él, Meframmutosis reinó 20 años y 10 meses.
7. Después de él, Tutmoses reinó 9 años y 8 meses.
8. Después de él, Amenofis reinó 30 años y 10 meses.
9. Después de él, Horus reinó 36 años y 5 meses.
10. Después de él, su hermana reinó 12 años y 1 mes.
11. Después de él, reinó Ratotis nueve años.
12. Después de él, reinó Akrenjeres 12 años y 5 me¬ses.
13. Después de él, reinó Akrenjeres II durante 12 años y 3 meses.
14. Su hijo Harmais reinó 4 años y 1 mes.
15. Después de él, Rameses reinó 1 año y 4 meses.
16. Después de él, Rameses Miammun reinó 66 años y 2 meses.
17. Después de él, reinó Amenofis 19 años y 6 meses.
18. Después, su hijo Setos, también llamado Rame¬ses, reinó 10 años. Se dice que poseyó una gran fuerza de caballería y una flota organizada.
(DINASTÍA XVIII)
Fr. 52 (de Sincelo). Según Africano.
La XVIII Dinastía consistió en 16 reyes de Dióspolis.
El primero de éstos fue Amós, en cuyo reinado Moi¬sés salió de Egipto, según declaro aquí64, aunque, según la evidencia convincente del cálculo presente65, debe creerse que durante este reinado Moisés era todavía joven.
El segundo rey de la XVIII Dinastía, según Africano, fue Jebrós, que reinó durante 13 años.
El tercer rey, Amenoftís, reinó 24 años.
El cuarto rey, Amensis, reinó 22 años.
El quinto, Misafris, reinó 13 años.
El sexto, Misfragmutosis, reinó 26 años, aconteciendo durante su reinado el diluvio de Deucalión.
El total de años, según Africano, hasta el reinado de Amosis, también llamado Misfragmutosis, es de 69. De la duración del reinado de Amós no dice nada en absolu¬to.
7. Tutmosis reinó 9 años.
8. Amenofis reinó 31 años. Este es el rey que se con¬sidera que fue Memnón y una estatua parlante66.
9. Horus reinó 37 años.
10. Akerres reinó 32 años.
11. Ratos reinó 6 años.
12. Kebres reinó 12 años.
13. Akerres reinó 12 años.
14. Armesis reinó 5 años.
15. Rameses reinó 1 año.
16. Amenofat reinó 19 años.
En total, 263 años.
Fr. 53 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XVIII Dinastía consistió en 14 reyes de Dióspolis. El primero de éstos, Amosis, reinó 25 años.
2. El segundo, Jebrón, reinó durante 13 años.
3. Ammenofis reinó 21 años.
4. Mifres reinó 12 años.
5. Misfragmutosis reinó 26 años.
El total de años desde Amosis, el primer rey de la XVIII Dinastía, hasta el reinado de Misfragmutosis suma, según Eusebio, 71 años; y hay cinco reyes y no seis. Ya que omitió al cuarto rey, Amenses, mencionado por Afri¬cano y por los otros, y así eliminó los 22 años de su reinado.
6. Tutmosis reinó 9 años.
7. Amenofis reinó 31 años. Este es el rey que se con¬sidera que fue Memnón y una estatua parlante.
8. Horus reinó 36 años.
9. Akenkerses reinó 12 años.
Atoris reinó 39 años.
Kenkeres reinó 16 años.
En esta época Moisés sacó a los judíos de Egipto67.
10. Akerres reinó 8 años.
11. Kerres reinó 15 años.
12. Armáis, también llamado Danaos, reinó 5 años. Después fue expulsado de Egipto y, huyendo de su hermano Egipto, llegó a Grecia, y, apoderándose de Argos, gobernó a los argivos.
13. Rameses, también llamado Egipto, reinó 68 años.
14. Ammenofis reinó 40 años. En total, 348 años.
Eusebio asigna 85 años más que Africano a la XVIII Dinastía68.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XVIII Dinastía consistió en 14 reyes de Dióspolis.
El primero de éstos, Amoses, reinó 25 años.
2. Kebron reinó durante 13 años.
3. Amofis reinó 21 años.
4. Memfres reinó 12 años.
5. Misfarmutosis reinó 26 años.
6. Tutmosis reinó 9 años.
7. Amenofis reinó 31 años. Este es el rey que se con¬sidera que fue Memnón, una piedra parlante.
8. Horus reinó 28 años.
9. Akenkerres [...] 16 años. En su tiempo, Moisés se convirtió en el caudillo de los hebreos en su Éxodo de Egipto.
10. Akerres reinó 8 años.
11. Kerres reinó 15 años.
12. Armáis, también llamado Dánaos, reinó 5 años. Al final de los cuales, fue expulsado de la tierra de Egip¬to. Huyendo de su hermano Egipto, escapó a Grecia, y después de capturar Argos, gobernó a los argivos.
13. Rameses, también llamado Egipto, reinó 68 años.
14. Amenofis reinó 40 años.
Total para la dinastía, 348 años.
Fr. 54 (de Josefo, Contra Apión, I. 26-31, pr. 227-287).
227. El primer escritor al que voy a referirme es aquel que utilicé un poco antes como testigo de nuestra antigüe¬dad.
228. Me refiero a Manetón. Este escritor, que desa¬rrolló la tarea de traducir la historia de Egipto de los libros sagrados, empezó señalando que nuestros antepa¬sados vinieron contra Egipto con muchos miles de per¬sonas y que lograron el dominio sobre sus habitantes. Después él mismo admitió que, en fecha posterior, fue¬ron expulsados del país, ocuparon lo que ahora es Judea, fundaron Jerusalén y construyeron el templo. Hasta ese punto Manetón siguió las crónicas.
229. Después, prestando oído a leyendas y a mur¬muraciones acerca de los judíos, se tomó la libertad de interpolar historias improbables en su deseo de confun¬dirnos con una multitud de egipcios que, a causa de la lepra y de otras enfermedades 69, habían sido condena¬dos al destierro de Egipto.
230. Después de citar a un rey Amenofis, un perso¬naje ficticio —razón por la cual no se atrevió a definir la duración de su reinado, aunque en el caso de los otros reyes menciona los años con precisión—, Manetón le atribuye ciertas leyendas, habiendo olvidado sin duda que según su propia crónica el éxodo de los Pastores de Jerusalén tuvo lugar 518 años antes.
231. Porque era rey Tetmosis cuando salieron; y, se¬gún Manetón, los reyes posteriores sumaron 393 años hasta los dos hermanos Setos y Hermeos, el primero de los cuales, según cuenta, tomó el nuevo nombre de Egip¬to y el último el de Dánaos. Setos expulsó a Hermeos y reinó 59 años; después, Rampses, el mayor de sus hijos, reinó 66 años.
232. Así que, después de admitir que habían pasado tantísimos años desde que nuestros padres abandonaron Egipto, Manetón interpola ahora a este supuesto Ame-nofis. Este rey, señala, concibió el deseo de contemplar a los dioses, como Hor, uno de sus predecesores en el trono, había hecho; y comunicó su deseo a su tocayo Amenofis70, el hijo de Paapi, el cual, en virtud de su sabiduría y conocimiento del futuro, era considerado par¬tícipe de la naturaleza divina.
233. Su tocayo le contestó entonces que podría ver a los dioses si limpiaba toda la tierra de leprosos y otras personas contaminadas.
234. El rey se complació en aquella respuesta y reu¬nió a todos los que había en Egipto cuyos cuerpos su¬frían la enfermedad. Eran un total de 80.000 personas.
235. A continuación los deportó a las canteras del este del Nilo para que trabajaran allí separados del resto de los egipcios. Entre ellos, añade Manetón, había algu¬nos príncipes dotados de educación, que habían sido to¬cados por la lepra.
236. Entonces este sabio vidente llamado Amenofis fue lleno del pavor de que la cólera divina se descargara contra él y contra el rey si se descubría aquel maltrato; y añadió la predicción de que ciertos aliados se unirían a la gente contaminada y se apoderarían de Egipto por 13 años. No arriesgándose a comunicar personalmente tal profecía al rey, dejó un relato completo de la misma por escrito y a continuación se quitó la vida. El rey cayó en un estado de profunda postración.
237. Entonces Manetón continúa como sigue (cito literalmente del mismo): «Cuando los hombres de las canteras habían sufrido maltratos durante un tiempo con¬siderable, suplicaron al rey que les concediera como mo¬rada y refugio la ciudad abandonada de los Pastores, Avaris, y aquél se lo concedió. Según una tradición re¬ligiosa, esta ciudad estaba desde tiempos antiguos dedi¬cada a Tifón.
238. »Al ocupar la ciudad y utilizarla como centro para su rebelión, nombraron como su caudillo a uno de los sacerdotes de Heliópolis llamado Osarsef, y juraron obedecerlo en todo.
239. »Lo primero que éste hizo fue promulgar una ley en el sentido de que no deberían adorar a los dio¬ses71 ni privarse de ninguno de los animales considera¬dos como especialmente sagrados en Egipto72, sino que deberían consumirlos todos por igual, y que no deberían tener relaciones con nadie externo a su pacto.
240. «Después de promulgar un gran número de le¬yes como éstas, completamente opuestas a las costum¬bres egipcias, les ordenó que con sus manos repararan los muros de la ciudad y que se prepararan para la guerra con el rey Amenofis.
241. »Después, de consuno con algunos otros sacer¬dotes y personas contaminadas como él mismo, envió una embajada a los Pastores que habían sido expulsados por Tetmosis 73, a la ciudad de Jerusalén; y narrándoles la dificultad en que se hallaban tanto él como sus com¬pañeros, les rogó que se les unieran en un ataque contra Egipto.
242. »Les prometió primero llevarlos a su morada ancestral de Avaris, proveer a sus tropas con abundantes recursos, combatir a su favor siempre que surgiera la necesidad y colocar Egipto sin dificultad bajo su dominio.
243. »Entusiasmados con esta propuesta, todos los pastores, en número de 200.000, se pusieron en camino y al poco tiempo llegaron a Avaris. Cuando Amenofis, el rey de Egipto, supo de la invasión, quedó profunda¬mente turbado, porque recordó la predicción de Ame¬nofis, el hijo de Paapis.
244. «Primero, reunió a una multitud de egipcios; y habiéndose aconsejado de los principales entre ellos, or¬denó que se trajeran ante su presencia los animales sa¬grados que eran honrados con mayor reverencia en los templos, y dio instrucciones a cada grupo de sacerdotes para que ocultaran las imágenes de los dioses de la ma¬nera más segura posible.
245. »En cuanto a su hijo de cinco años Setos, tam¬bién llamado Rameses por su abuelo Rapses, le envió a refugiarse al lado de un amigo. Después cruzó el Nilo con 300.000 de los guerreros más bravos de Egipto, y se enfrentó con el enemigo. Pero, en lugar de trabar com¬bate, decidió que no debía luchar contra los dioses,
246. »y se retiró apresuradamente a Menfis. Allí se hizo cargo de Apis y de otros animales sagrados que había ordenado llevar a aquel lugar; y se dirigió hacia Etiopía con todo su ejército y la muchedumbre de los egipcios.
247. »E1 rey etíope, que, como muestra de gratitud por un servicio, se había convertido en su súbdito, le dio la bienvenida, mantuvo a toda la muchedumbre con los productos del país que eran apropiados para el consumo humano, les asignó ciudades y pueblos para el período señalado de 13 años de destierro de su reino, y estacionó específicamente un ejército etíope en las fronteras de Egipto para guardar al rey Amenofis y a sus seguidores.
248. »Esa fue la situación en Etiopía. Mientras tanto, los solymitas 74 descendieron al lado de los egipcios con¬taminados y trataron a la gente de una manera tan impía y salvaje que la dominación de los Pastores pareció una edad de oro a los que eran testigos de las atrocidades presentes.
249. »Porque no sólo quemaron ciudades y aldeas, saqueando los templos y mutilando las imágenes de los dioses sin medida, sino que también se habituaron a uti-lizar los santuarios como cocinas donde asar los animales sagrados que adoraba la gente, y obligaban a los sacer¬dotes y profetas a sacrificar y degollar a los animales, y después los expulsaban desnudos.
250. »Se dice que el sacerdote que redactó su cons¬titución y sus leyes era nativo de Heliópolis, se llamaba Osarsef a causa del dios Osiris y adoraba en Heliópolis, pero cuando se unió a esta gente, cambió su nombre y fue llamado Moisés.»
251. Tales son las historias egipcias acerca de los ju¬díos, junto con muchos otros cuentos que no consigno por amor a la brevedad. Manetón añade, sin embargo, que, en época posterior, Amenofis avanzó desde Etiopía con un gran ejército, mandando también una fuerza su hijo Rampses, y que los dos trabaron combate con los Pastores y sus contaminados aliados, y los derrotaron, matando a muchos y persiguiendo a otros hasta las fron¬teras de Siria.
252. Este, junto con otros cuentos de naturaleza similar, es el relato de Manetón. Antes de que pruebe que sus palabras son mentiras y estupideces manifiestas, men-cionaré un punto en concreto, que se refiere a mi refu¬tación posterior de otros escritores. Manetón nos ha he¬cho una concesión. Ha admitido que nuestra raza no era de origen egipcio, sino que llegó a Egipto procedente de otro lugar, tomó posesión de la tierra y después la aban¬donó.
253. Pero el que en un tiempo posterior no nos mez¬clamos con egipcios enfermos y que, lejos de ser uno de ellos, Moisés, el caudillo de nuestro pueblo, vivió mu¬chas generaciones antes, es algo que voy a probar por las propias afirmaciones de Manetón.
254. Para empezar, la razón que él sugiere para su ficción es ridícula. «El rey Amenofis», dice, «concibió el deseo de ver a los dioses». ¡A los dioses! Si se refiere a los dioses establecidos por sus propias ordenanzas —buey, carnero, cocodrilos y babuinos de cara de pe¬rro— los tenía ante los ojos;
255. pero si se refería a los dioses del cielo, ¿cómo iba a poder verlos? ¿Y por qué concibió este profundo deseo? Porque, por Zeus, antes de su tiempo ¡otro rey los había visto! De este predecesor había aprendido su naturaleza y la manera en que los había visto, y en con¬secuencia no tenía necesidad de un sistema nuevo.
256. Además, el profeta mediante cuya ayuda el rey esperaba conseguir su deseo era un sabio. ¿Cómo enton¬ces no logró prever la imposibilidad de realizar este de¬seo? De hecho, todo quedó en nada. ¿Y qué razón tenía para atribuir la invisibilidad de los dioses a la presencia de lisiados o leprosos? La ira divina se debe a los hechos impíos y no a las deformidades físicas.
257. Además, ¿cómo se pudieron reunir 80.000 le¬prosos e inválidos en prácticamente un solo día? ¿Y por qué el rey hizo oídos sordos al profeta? El profeta le había dicho que expulsara a los enfermos de Egipto, pero el rey los arrojó en las canteras, como si necesitara tra¬bajadores, como si su propósito no fuera limpiar la tierra.
258. Manetón dice además que el profeta se quitó la vida, porque previo la cólera de los dioses y el destino que le aguardaba a Egipto, pero dejó por escrito su pre¬dicción al rey. Entonces, ¿cómo es que el profeta no tuvo un conocimiento previo desde el principio de su propia muerte?
259. ¿Por qué no se opuso rápidamente al deseo del rey de ver a los dioses? ¿Era razonable temer desgracias que no iban a suceder en ese momento? ¿O qué peor destino podía haber sido el suyo que el que terminó ocasionándose a sí mismo?
260. Examinemos ahora la parte más ridícula de toda la historia. Aunque había aprendido todo esto, y había visto la amenaza futura, el rey, ni siquiera entonces, ex-pulsó de su tierra a aquellos enfermos de cuya lacra se le había ordenado previamente que limpiara a Egipto, sino que además, a petición de aquéllos, les dio como ciudad, según dice Manetón, el enclave primitivo de los Pastores, al que se denomina Avaris.
261. Aquí, añade, se reunieron, y eligieron como cau¬dillo a un hombre que anteriormente había sido sacer¬dote de Heliópolis. Este hombre, según Manetón, les instruyó para que no adoraran a los dioses ni se privaran de los animales reverenciados en Egipto, sino que los sacrificaran y devoraran a todos, y para que sólo tuvie¬ran tratos con los de su pacto. Después de haber ligado a sus seguidores mediante un juramento para que se atu¬vieran estrictamente a estas leyes, fortificó Avaris y com¬batió contra el rey.
262. Este caudillo, añade Manetón, envió un mensaje a Jerusalén, invitando a la gente a unirse a él mediante un pacto, y les prometió darles Avaris, la cual, les re¬cordó, era el hogar ancestral de los que venían de Jeru¬salén, y serviría como punto de partida para su conquista de todo Egipto.
263. Después, continúa Manetón, avanzaron con un ejército de 200.000 hombres; y Amenofis, rey de Egipto, pensando que no debía luchar contra los dioses, huyó a Etiopía después de procurar que Apis y algunos otros animales sagrados fueran encomendados a la custodia de los sacerdotes.
264. Después llegaron los hombres de Jerusalén, de¬solaron las ciudades, quemaron los templos, asesinaron a los sacerdotes y, resumiendo, realizaron todo tipo de desafuero y salvajismo.
265. El sacerdote que redactó su constitución y sus leyes era, según Manetón, nativo de Heliópolis, de nom¬bre Osarsef, por el dios Osiris al que adoraba en Helió¬polis, pero se cambió el nombre y se llamó a sí mismo Moisés.
266. Trece años más tarde —el período de tiempo que estaba destinado para el exilio— Amenofis, según Manetón, avanzó desde Etiopía con un gran ejército, y trabando combate con los Pastores y con la gente con¬taminada, los derrotó, matando a muchos y persiguiendo a otros después hasta las fronteras de Siria.
267. Aquí, una vez más, Manetón no llega a darse cuenta de la improbabilidad de su mentiroso cuento. In¬cluso si los leprosos y su horda hubieran estado irritados con anterioridad contra el rey y contra los demás que los habían tratado así obedeciendo la predicción del vi¬dente, ciertamente una vez que hubieron abandonado las canteras y recibido de él una ciudad y una tierra, se habrían sentido mejor dispuestos hacia él.
268. Si lo odiaban todavía, habrían conspirado per¬sonalmente contra él, en lugar de declarar la guerra a todo el pueblo; porque, obviamente, una muchedumbre tan grande tenía que tener parientes en Egipto.
269. No obstante, una vez que tomaron la decisión de hacer la guerra a los egipcios, nunca se habrían aven¬turado a dirigir su combate contra sus dioses, ni habrían promulgado leyes completamente opuestas al código an¬cestral bajo el que habían crecido.
270. Debemos, por tanto, dar las gracias a Manetón por señalar que los autores de semejante desafuero no fueron los recién llegados de Jerusalén, sino el conjunto de personas que eran egipcios, y que fueron, especial¬mente, sus sacerdotes los que crearon aquella estructura y ligaron a la muchedumbre mediante un juramento.
271. Además, qué absurdo es imaginar que mientras que ninguno de los parientes y amigos se unió a la re¬belión y compartió los peligros de la guerra, aquellas contaminadas personas enviaron mensajeros a Jerusalén y allí obtuvieron aliados.
272. ¿Qué alianza, qué relación había existido ante¬riormente entre ellos? Por el contrario, eran enemigos y se diferenciaban mucho en sus costumbres. Pero Mane¬tón dice que prestaron oído atento a la promesa de que ocuparían Egipto, como si no conocieran a fondo el país del que habían sido expulsados por la fuerza.
273. Ahora bien, si se hubieran encontrado en cir¬cunstancias difíciles o desgraciadas, quizá hubieran acep¬tado el riesgo. Pero viviendo, como era el caso, en una ciudad próspera y gozando de los frutos de un gran país, superior a Egipto, ¿por qué iban a desear arriesgar sus vidas socorriendo a sus antiguos enemigos, a aquellos enfermos a los que no podían soportar ni siquiera sus propios paisanos? Porque, por supuesto, ellos no podían prever que el rey huiría.
274. Manetón mismo ha señalado que el hijo de Amenofis marchó con 300.000 hombres para enfrentarse con ellos en Pelusio. Esto era algo claramente conocido a los que estaban allí; ¿pero cómo podían ellos llegar a ima¬ginarse que cambiaría de opinión y huiría?
275. Manetón dice después que, tras conquistar Egip¬to, los invasores de Jerusalén cometieron muchos críme¬nes horribles; y a causa de los mismos les dirige repro¬ches como si no los hubiera retratado como enemigos, o como si se viera obligado a acusar a los aliados extran¬jeros de acciones que antes de su llegada los egipcios nativos ya estaban realizando y habían jurado realizar.
276. Pero, años más tarde, Amenofis volvió a atacar, venció en combate al enemigo, y lo arrojó, tras causarle una matanza, a Siria. ¡Como si Egipto fuera una presa tan fácil para los invasores, vengan de donde vengan!
277. ¡Y además aquellos que conquistaron la tierra, aun sabiendo que Amenofis estaba vivo, ni fortificaron los pasos entre Egipto y Etiopía, aunque sus recursos eran más que suficientes, ni mantuvieron preparado el resto de sus fuerzas! Amenofis, según Manetón, los per¬siguió encarnizadamente por el arenoso desierto hasta llegar a Siria. Pero resulta obvio que no es fácil que un ejército cruce el desierto aunque sea sin combatir.
278. De manera que, según Manetón, nuestra raza no es de origen egipcio, ni se vio mezclada con los egip¬cios. Porque, naturalmente, muchos de los leprosos e inválidos murieron en las canteras durante su largo pe¬ríodo de maltratos, muchos otros en las batallas sucesi¬vas, y la mayoría de ellos en el combate final y en la huida.
279. Me queda por contestar a las afirmaciones de Manetón acerca de Moisés. Los egipcios lo contemplan como un ser maravilloso, hasta divino, pero desean re¬clamarlo como propio mediante una calumnia increíble, alegando que pertenecía a Heliópolis y que fue apartado del sacerdocio por padecer la lepra.
280. Los registros, sin embargo, muestran que vivió 518 años antes, y que sacó a nuestros padres de Egipto en dirección a la tierra que habitamos actualmente.
281. De sus propias palabras se desprende que no sufrió este tipo de enfermedad. De hecho, prohibió a los leprosos quedarse en la ciudad o morar en un pueblo. Deben vivir solos y con las vestiduras rasgadas. Cual¬quiera que los toca o vive bajo su mismo techo es con¬siderado impuro por Moisés.
282. Además, incluso si se cura de la dolencia y el leproso recupera su salud normal, Moisés le ha prescrito ciertos ritos de purificación —lavarse en un baño de agua corriente y afeitarse todo el cabello— y debe realizar un cierto número de diferentes sacrificios antes de entrar en la ciudad santa75.
283. Hubiera sido natural, por el contrario, en una víctima de esta plaga el mostrar alguna consideración y buena disposición hacia aquellos que compartían la mis¬ma desgracia.
284. No sólo dictó leyes así en relación con los le¬prosos. Aquellos que tenían la más pequeña mutilación del cuerpo quedaban descalificados para el sacerdocio 76; y si un sacerdote en el curso de su ministerio padecía un accidente de este tipo, se veía privado de su oficio.
285. ¡Qué improbable es, por tanto, el que Moisés fuera tan loco como para promulgar leyes así, o que hombres unidos por tales desgracias aprobaran una le¬gislación contraria a ellos mismos, para su propia ver¬güenza y daño!
286. Pero es que además el nombre ha sido transfor¬mado de una manera extremadamente improbable. Se¬gún Manetón, Moisés se llamaba Osarsef. Estos nom-bres, sin embargo, no son intercambiables. El nombre verdadero significa «salvado del agua», porque agua se dice «mo-y» entre los egipcios77.
287. En cualquier caso, creo que ahora resulta sufi¬cientemente obvio que cuando Manetón ha seguido los registros antiguos, no se ha apartado de la verdad; pero cuando se ha vuelto a leyendas sin base, o las ha com¬binado de una manera improbable o ha dado crédito a ciertos informadores plagados de prejuicios.
(DINASTÍA XIX) 78
Fr. 55 (de Sincelo). Según Africano.
La XIX Dinastía consistió en siete reyes de Dióspolis.
1. Setos 79 reinó 51 años.
2. Rapsakes 80 reinó 61 años.
3. Ammeneftes 81 reinó 20 años.
4. Rameses 82 reinó 60 años.
5. Ammenemnes 83 reinó 5 años.
6. Tuoris 84, que es llamado Polibo en Homero, es¬poso de Alcandra, y en cuya época fue tomada Troya, reinó 7 años.
En total, 209 años.
La suma total del segundo tomo de Manetón es de 96 reyes y 2.121 años 85.
Fr 56 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XIX Dinastía consistió en cinco reyes de Dióspolis.
1. Setos reinó 55 años.
2. Rampses reinó 66 años.
3. Ammeneftis reinó 40 años.
4. Ammenemes reinó 26 años.
5. Tuoris, que es llamado Polibo en Homero, esposo de Alcandra, y en cuya época fue tomada Troya, reinó 7 años.
En total, 194 años.
La suma total del segundo tomo de Manetón es de 92 reyes y 1.121 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XIX Dinastía consistió en cinco reyes de Dióspolis.
1. Setos reinó 55 años.
2. Rampses reinó 66 años.
3. Ammeneftis reinó 8 años.
4. Ammenemes reinó 26 años.
6. Tuoris, que es llamado Polibo, varón valiente y fortísimo, en Homero, en cuya época fue tomada Troya, reinó 7 años.
En total, 194 años.
En el libro segundo de Manetón hay un total de 92 re¬yes y de 2.121 años.
TOMO III
(DINASTÍA XX) 1
Fr. 57 (a) (de Sincelo). Según Africano.
Del tercer tomo de Manetón.
La XX Dinastía consistió en doce reyes de Dióspolis que reinaron 135 años.
(b) Según Eusebio.
Del tercer tomo de Manetón.
La XX Dinastía consistió en doce reyes de Dióspolis que reinaron 178 años.
(c) Versión armenia de Eusebio.
Del tercer tomo de Manetón.
La XX Dinastía consistió en doce reyes de Dióspolis que reinaron 172 años.
(DINASTÍA XX) 2
Fr. 58 (de Sincelo). Según Africano.
La XXI Dinastía consistió en siete reyes de Tanis.
1. Smendes 3, que reinó 26 años.
2. Psunennes I 4, que reinó 46 años.
3. Neferjeres, que reinó 4 años.
4. Amenoftis, que reinó 9 años.
5. Osojor, que reinó 6 años.
6. Psinajes, que reinó 9 años.
7. Psusennes II, que reinó 14 años.
En total, 130 años 5.
Fr. 59 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXI Dinastía consistió en siete reyes de Tanis.
1. Smendis reinó 26 años.
2. Psusennes reinó 41 años.
3. Neferjeres reinó 4 años.
4. Amenoftis reinó 9 años.
5. Osojor reinó 6 años.
6. Psinajes reinó 9 años.
7. Psusennes reinó 35 años. En total, 130 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXI Dinastía consistió en siete reyes de Tanis.
1. Smendis reinó 26 años.
2. Psusennes reinó 41 años.
3. Neferqueres reinó 4 años.
4. Amenoftis reinó 9 años.
5. Osocor reinó 6 años.
6. Psinnaques reinó 9 años.
7. Psusennes reinó 35 años. En total, 130 años.
(DINASTÍA XXII) 6
Fr. 60 (de Sincelo). Según Africano.
La XXII Dinastía consistió en nueve reyes de Bubastis.
1. Sesonjis 7 reinó 21 años.
2. Osorton reinó 15 años.
3. 4 y 5. Otros tres reyes que reinaron 25 años.
6. Takelotis reinó 13 años.
7, 8 y 9. Otros tres reyes que reinaron 42 años.
En total, 120 años 8.
Fr. 61 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXII Dinastía consistió en tres reyes de Bubastis.
1. Sesonjosis, que reinó 21 años.
2. Osorton, que reinó 15 años.
3. Takelotis, que reinó 13 años.
En total, 49 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXII Dinastía consistió en tres reyes de Bubastis.
1. Sesoncosis, que reinó 21 años.
2. Osorton, que reinó 15 años.
3. Tacelotis, que reinó 13 años.
En total, 49 años.
(DINASTÍA XXIII) 9
Fr. 62 (de Sincelo). Según Africano.
La XXIII Dinastía consistió en cuatro reyes de Tanis.
1. Petubates 10, que reinó 40 años. Durante su rei¬nado se celebró por primera vez una olimpiada 11.
2. Osojo12, que reinó 8 años. Los egipcios lo llaman Heracles.
3. Psammus, que reinó 10 años.
4. Zet 13, que reinó 31 años.
En total, 89 años.
Fr. 63 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXIII Dinastía consistió en tres reyes de Tanis.
1. Petubastis reinó 25 años.
2. Osorton reinó 9 años. Los egipcios lo llamaron Heracles.
4. Psammus reinó 10 años.
En total, 44 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXIII Dinastía consistió en tres reyes de Tanis.
1. Petubastis reinó 25 años.
2. Osorton, al que los egipcios llamaron Hércules, reinó 9 años.
5. Psammus reinó 10 años. En total, 44 años.
(DINASTÍA XXIV)14
Fr. 64 (de Sincelo). Según Africano.
La XXIV Dinastía.
Bojjoris de Sais15 reinó 6 años. En su reinado un cor¬dero habló 16 [...] 17 990 años.
Fr. 65 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXIV Dinastía.
Bojjoris de Sais reinó 44 años. Durante su reinado habló un cordero. Total, 44 años18.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXIV Dinastía.
Bokkoris de Sais reinó 44 años. En su reinado habló un cordero.
(DINASTÍA XXV) 19
Fr. 66 (de Sincelo). Según Africano.
La XXV Dinastía consistió en tres reyes etíopes.
1. Sabacon 20, que, tras capturar a Bokkoris, lo que¬mó vivo 21 y reinó 8 años 22.
2. Sebijos, su hijo, que reinó 14 años.
3. Tarcos, que reinó 18 años.
En total, 40 años.
Fr. 67 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXV Dinastía consistió en tres reyes etíopes.
1. Sabacon, el cual, tras capturar a Bokkoris, lo que¬mó vivo, y reinó 12 años.
2. Sebijos, su hijo, que reinó 12 años.
3. Taracos, que reinó 20 años.
En total, 44 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXV Dinastía consistió en tres reyes etíopes.
1. Sabacon, el cual, tras capturar a Bokkoris, lo que¬mó vivo y reinó 12 años.
2. Sebikos, su hijo, que reinó 12 años.
3. Saraco, que reinó 20 años.
En total, 44 años.
(DINASTÍA XXVI) 23
Fr. 68 (de Sincelo). Según Africano.
La XXVI Dinastía consistió en nueve reyes de Sais 24.
1. Stefinates, que reinó 7 años.
2. Nejepsos que reinó 6 años.
3. Necao 25, que reinó 8 años.
4. Psamético 26, que reinó 54 años.
5. Necao, el segundo, que reinó 6 años. Este capturó Jerusalén y llevó al rey Joacaz cautivo a Egipto 27.
6. Psammutis el segundo, que reinó 6 años.
7. Uafris 28, que reinó 19 años. En su época, los ju¬díos supervivientes huyeron a él, cuando Jerusalén fue tomada por los asirios 29.
8. Amosis 30, que reinó 44 años.
9. Psammejerites31, que reinó 6 meses.
En total, 150 años y 6 meses.
Fr. 69 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXVI Dinastía consistió en nueve reyes de Sais.
1. Ammeris el etíope, que reinó 12 años.
2. Stefinatis, que reinó 7 años.
3. Nejepsos, que reinó 6 años.
4. Necao, que reinó 8 años.
5. Psammético, que reinó 45 años.
6. Necao, el segundo, que reinó 6 años. Este se apo¬deró de Jerusalén y llevó cautivo al rey Joacaz a Egipto.
7. Psammutis, el segundo, también llamado Psammé¬tico, que reinó 17 años.
8. Uafris, que reinó 25 años. Los que quedaban de los judíos huyeron a él, cuando Jerusalén fue tomada por los asirios.
10. Amosis, que reinó 42 años.
En total, 163 años.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXVI Dinastía consistió en nueve reyes de Sais.
1. Ameres el etíope, que reinó 18 años.
2. Stefinates, que reinó 7 años.
3. Nekepsos, que reinó 6 años.
4. Necao, que reinó 8 años.
5. Psamético, que reinó 44 años.
6. Necao, el segundo, que reinó 6 años. Este capturó Jerusalén y llevó cautivo al rey Joacaz a Egipto.
7. Psamutes, el segundo, también llamado Psammé¬tico, que reinó 17 años.
8. Uafres, que reinó 25 años. Los judíos que sobre¬vivieron se refugiaron junto a él, cuando Jerusalén cayó en poder de los asirios.
9. Amosis, que reinó 42 años.
En total, 167 años.
(DINASTÍA XXVII) 32
Fr. 70 (de Sincelo). Según Africano.
La XXVII Dinastía consistió en ocho reyes persas 33.
1. Cambises en el año quinto de su reinado sobre los persas se convirtió en rey de Egipto, y gobernó durante seis años.
2. Darío, hijo de Hystaspes, reinó 36 años.
3. Jerjes el Grande, reinó 21 años.
4. Artábano 34 reinó 7 meses.
5. Artajerjes35 reinó 41 años.
6. Jerjes36 reinó 2 meses.
7. Sogdiano reinó 7 meses.
8. Darío, hijo de Jerjes 37, reinó 19 años.
En total, 124 años y 4 meses.
Fr. 71 (a) (de Sincelo). Según Eusebio.
La XXVII Dinastía consistió en ocho reyes persas.
1. Cambises en el quinto año de su reinado se con¬virtió en rey de Egipto y gobernó durante tres años.
2. Magos reinó 7 meses.
3. Darío reinó 36 años.
4. Jerjes, hijo de Darío, reinó 21 años.
5. Artajerjes, el de la mano larga, reinó 40 años.
6. Jerjes el segundo reinó 2 meses.
7. Sogdiano reinó 7 meses.
9. Darío, hijo de Jerjes, reinó 19 años.
En total, 120 años y 4 meses.
(b) Versión armenia de Eusebio.
La XXVII Dinastía consistió en ocho reyes persas.
1. Cambises en el quinto año de su reinado se con¬virtió en rey de Egipto, y gobernó durante 3 años.
2. Magos reinó durante 7 meses.
3. Darío reinó 36 años.
4. Jerjes, hijo de Darío, reinó 21 años.
5. Artajerjes reinó 40 años.
6. Jerjes, el segundo, reinó 2 meses.
7. Sogdiano reinó 7 meses.
8. Darío, hijo de Jerjes, reinó 19 años.
En total, 120 años y 4 meses.
(DINASTÍA XXVIII) 38
Fr. 72 (a) (de Sincelo). Según Africano.
La XXVI Dinastía. Amirteos 39 de Sais reinó 6 años.
(b) Según Eusebio.
La XXVI Dinastía. Amirteos de Sais reinó 6 años.
(c) Versión armenia de Eusebio.
La XXVI Dinastía. Amyrtes de Sais reinó seis años.
(DINASTÍA XXIX) 40
Fr. 73 (a) (de Sincelo). Según Africano.
La XXIX Dinastía consistió en cuatro* reyes de Mendes.
1. Neferites reinó 6 años.
2. Acoris reinó 13 años.
3. Psammutis reinó 1 año.
4. Neferites reinó 4 meses.
En total, 20 años y 4 meses.
(b) Según Eusebio.
La XXIX Dinastía consistió en cuatro reyes de Mendes.
1. Neferites reinó 6 años.
2. Acoris reinó 13 años.
3. Psammutis reinó 1 año.
4. Neferites reinó 4 meses.
5. Muzis reinó 1 año.
En total, 21 años y 4 meses.
(c) Versión armenia de Eusebio.
La XXIX Dinastía consistió en cuatro reyes de Mendes.
1. Neferites reinó 6 años.
2. Acoris reinó 13 años.
3. Psammutes reinó 1 año.
4. Mutes41 reinó 1 año.
5. Neferites reinó 4 meses.
En total, 20 años y 4 meses.
(XXX DINASTÍA)42
Fr. 74 (a) (de Sincelo). Según Africano.
La XXX Dinastía consistió en tres reyes de Sebennito.
1. Nectanebes 43 reinó 18 años.
2. Teos44 reinó 2 años.
3. Nectanebo 45 reinó 18 años.
En total, 38 años.
(b) Según Eusebio.
La XXX Dinastía consistió en tres reyes de Sebennito
1. Nectanebes reinó 10 años.
2. Teos reinó 2 años.
3. Nectanebo reinó 8 años.
En total, 20 años.
(c) Versión armenia de Eusebio.
La XXX Dinastía consistió en tres reyes de Sebennito.
1. Nectanebes reinó 10 años.
2. Teos reinó 2 años.
3. Nectanebo reinó 8 años. En total, 20 años.
En total, 20 años y 4 meses.
(DINASTÍA XXXI)46
Fr. 75 (a) (de Sincelo). Según Africano.
La XXXI Dinastía consistió en tres reyes persas.
1. Oco, en el año veinte de su reinado sobre los per¬sas, se convirtió en rey de Egipto y gobernó durante dos años.
2. Arses reinó 3 años.
3. Darío reinó 4 años.
Total de años en el Tomo tercero, 1.050 años.
Aquí termina la Historia de Manetón.
(b) Según Eusebio.
La XXXI Dinastía consistió en tres reyes persas.
1. Oco, en el año veinte de su reinado sobre los per¬sas, se convirtió en rey de Egipto y gobernó durante seis años.
2. Su sucesor fue Arses, hijo de Oco, que reinó 4 años.
3. Después reinó 6 años Darío, el cual fue muerto por Alejandro el macedonio.
Esto es lo referido en el Tomo tercero de Manetón.
Aquí termina la Historia de Manetón.
(c) Versión armenia de Eusebio.
La XXXI Dinastía consistió en reyes persas.
1. Oco, en el año veinte de su reinado sobre los per¬sas, ocupó Egipto y lo gobernó durante 6 años.
2. Su sucesor fue Arses, hijo de Oco, que reinó 4 años.
3. Después, reinó 6 años Darío, al cual mató Alejan¬dro el macedonio.
Y éstas son las cosas referidas en el Tomo tercero de Manetón.
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Autor del texto: El Libro de Bolsillo
Alianza Editorial Madrid
Traducción, introducción y notas de
César Vidal Manzanares
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