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En este capítulo nos ocuparemos del tipo más básico de cláusulas: las cláusulas simples (a), aquellas con un solo predicado verbal y que no contienen subordinadas. Todos sus constituyentes son sintagmas. No consideraremos, pues, ni las cláusulas complejas (b), uno de cuyos constituyentes es una cláusula subordinada, ni las cláusulas compuestas (c), que constan de dos o más cláusulas coordinadas.
(1) a. [Mónica no comprendió mi observación].
b. [Mónica dijo [que no comprendió mi observación]].
c. [[Mónica no comprendió mi observación] pero [seguí adelante con mi relato]].
Como vimos en el capítulo anterior, al entender la cláusula como unidad de construcción, se requiere que los dos constituyentes inmediatos, el sujeto y el predicado, compartan las propiedades flexionales de número y persona.1 Ambos constituyentes están relacionados mediante la concordancia.
Semánticamente, toda cláusula contiene una expresión predicativa y uno o más argumentos. Los argumentos son, por lo general, expresiones referenciales [83] que permiten identificar entidades del mundo extralingüístico. El predicado atribuye una propiedad a un argumento o describe la relación existente entre los argumentos.
El predicado determina cuántos y cuáles argumentos son necesarios. El grado de un predicado es el número de argumentos seleccionados:
- predicados cero-ádicos: algunos predicados no requieren ningún argumento: Llueve. Amanece. Está frío. Es invierno.2
- predicados monádicos: admiten un solo argumento: toser, trabajar, correr, morir, llegar.
- predicados diádicos: se construyen con dos argumentos: borrar, dilucidar, temer.
- predicados triádicos: requieren tres argumentos: dar, decir, prometer, ordenar.
No sólo los verbos son predicados: también lo son los adjetivos, los sustantivos y las preposiciones, que igualmente pueden ser clasificados por sus grados. Como estas clases de palabras carecen de los rasgos flexivos de concordancia con el sujeto y de tiempo y modo, requieren un elemento gramatical que los contenga: los verbos cópula ser o estar.3
(2) a. Está frío.
b. Es invierno.
(3) a. Enrique es inteligente.
b. María es enfermera.
c. Elena está abajo.
(4) a. Marcela es propensa a la depresión.
b. Ernesto es estudiante de Letras.
c. El lápiz está sobre la mesa.
(5) a. Norma es igual a su hijo en altura.
b. El escándalo fue una venta de armas a Ecuador.
c. La ventana está entre la biblioteca y la cama.
Como vemos, adjetivos y sustantivos pueden ser predicados que no seleccionan ningún tipo de argumento como los de (2). Son predicados monádicos los adjetivos, sustantivos y preposiciones (cf. capítulo tercero) de (3), mientras que los de (4) son diádicos. Más escasos son los predicados triádicos como los de (5).
Los predicados semánticos tienen, pues, una estructura argumental, formada por los argumentos que seleccionan. A su vez, en ésta cada argumento está caracterizado por un determinado papel temático. Comparemos las siguientes oraciones: [84]
(6) a. Pablito rompió el vidrio con la piedra.
b. La piedra rompió el vidrio.
c. El vidrio se rompió.
d. Pablito teme mi reprimenda.
El papel temático es una unidad semántica que indica cuál es la participación del argumento en el estado de cosas descripto. En (a) Pablito es el agente pero en (d), en cambio, es el experimentador de un cierto estado emotivo. En (a), por otra parte, aparecen también un paciente afectado por la acción, el vidrio, y un instrumental, la piedra. Adiferencia de (a), en las oraciones siguientes el sujeto es el instrumental (b) o el paciente (c). Como vemos, no existe una correspondencia entre los papeles temáticos y las funciones sintácticas. En la función de sujeto, hemos reconocido un agente en (a), un instrumental en (b), un paciente en (c) y un experimentador en (d). En cambio, la función de objeto directo está más restringida: hallamos un paciente afectado en (a) y (b) y un tema en (d). Nunca un agente puede ser objeto directo.
El predicado es como el guión de una obra: determina cuántos participantes se requieren y asigna a cada uno un determinado papel. De la estructura argumental depende qué elementos son obligatorios para formar una oración. Como se advierte, la relación entre el léxico y la gramática es muy íntima: en última instancia, la cláusula es una proyección del predicado semántico; por lo general, entonces, del verbo.
El sujeto
La gramática tradicional definía el sujeto en términos semánticos o pragmáticos. Las gramáticas escolares identificaban el sujeto con el agente: "es el que realiza la acción". Ya hemos visto cómo el agente es sólo uno de los papeles temáticos posibles, aunque el más característico, que puede aparecer en la posición de sujeto. Otra definición muy repetida en nuestra tradición gramatical es la siguiente:
El sujeto es la persona o cosa de la cual decimos algo.
(Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, p. 350)
Adviértase que en esta definición se confunde el plano extralingüístico con el gramatical: el sujeto de una oración no es una entidad (una persona o una cosa) sino un constituyente que desempeña una función sintáctica dentro [85] de la cláusula. Por otra parte, aquí se identifica al sujeto con el tema de la oración, aquello de lo que se habla. Si bien frecuentemente sujeto y tema coinciden –como en todos los ejemplos de (6)–,tal coincidencia no es forzosa, como vemos en las siguientes oraciones:
(7) a. A Juan lo vi anoche en el cine.
b. A Juan le encantan las papas fritas.
El primer constituyente de (7a) y (7b) es el tema (a Juan): En ambas se dice algo acerca de esa expresión. Sin embargo, en ninguna de ellas es el sujeto (como veremos más adelante, es objeto directo en (a) y objeto de interés en (b)).
Vistas estas dificultades, propondremos una definición gramatical del sujeto. Para ello apelaremos exclusivamente a sus rasgos formales:
A. En cuanto a la categoría, el sujeto es un SN (N"): proyecciones nominales completas, que abarcan no sólo los SSNN cuyo núcleo es un sustantivo común sino también los nombres propios (8b) y pronombres (8c). Quedan excluidos, pues, los otros tipos de sintagmas (SA; SV. SP; SAdv). También una cláusula subordinada puede ser sujeto (8d):
(8) a. El polémico gobernador de esa provincia es un embustero.
b. Ramón Suárez es un embustero.
c. El / Ése /Alguien / ¿Quién es un embustero?
d. Quien dijo eso es un embustero.
B. Desde el punto de vista configuracional, el sujeto es el nudo inmediatamente dominado por O (= SFI) y hermano del predicado ([SN, FL]). Es, por lo tanto, la función adscrita al constituyente externo al SV ya que no forma parte de éste. Esto significa que todo el predicado –y no sólo el verbo– se predica del sujeto:
(9) a. Juan es fanático de la música rock.
b. Juan adora la música rock.
c. Juan estornudó tres veces.
d. Juan entregó el informe al profesor.
En cada una de estas oraciones, el SN Juan –como expresión lingüística y no como entidad designada– es el sujeto del cual se predica una determinada propiedad (a) o un estado (b) o una acción (c y d).
C. La marca estructural que permite identificar más claramente al sujeto gramatical es la concordancia con el verbo en los rasgos flexionales de número [86] y persona. Cualquier variación en estas propiedades flexionales repercutirá necesariamente en el verbo:
(10) a. A Juan se le ocurrió una idea.
b. A nosotros se nos ocurrió una idea.
c. A Juan se le ocurrieron varias ideas.
El primer constituyente es el tema de las oraciones en (10), pero no su sujeto, como lo demuestra el hecho de que al variar sus propiedades flexionales el verbo no se altera. En cambio, si se cambia el número de una idea el verbo automáticamente covaría: es, por lo tanto, el sujeto gramatical.
La rica flexión del verbo español hace posible que el sujeto pueda no estar expreso. Así, en Saliste temprano identificamos al sujeto, a pesar de no estar expreso, a partir de las propiedades flexionales del verbo. La categoría nula o tácita, a la que se denomina pro, comparte la información flexional contenida en el verbo. Por eso, al admitir la omisión del sujeto expreso, el español es una lengua de sujeto nulo, a diferencia del inglés o del francés, que requieren obligatoriamente un sujeto expreso:
(11) a. pro salió temprano.
b. *pro went out early.
D. Por otra parte, en lenguas como el inglés o el francés el sujeto ocupa la posición inicial de la cláusula. En el español y en otras lenguas de sujeto nulo como el italiano o el portugués, la posición del sujeto no es fija: puede variar por razones sintácticas, semánticas, pragmáticas e incluso rítmicas:
(12) a. Usted afirmó eso ayer.
b. Eso lo afirmó usted ayer.
c. Afirmó usted eso ayer.
d. Afirmó eso usted ayer.
En el caso de las cláusulas que contienen un único argumento, la posición del sujeto resulta más significativa:
(13) a. Los perros ladran.
b. Los niños juegan.
c. Murió el perro.
d. Se produjo un atentado. [87]
Cuando el sujeto ocupa la posición inicial, se trata de una oración predicativa: (a) y (b) pueden ser respuestas adecuadas a preguntas como ¿Qué hacen los perros / los niños? En cambio, con el sujeto pospuesto tenemos una cláusula presentativa (que responde a una pregunta como ¿Qué ocurrió?). Presentan un evento o introducen el sujeto en el discurso.
E. Por último, los pronombres personales están marcados en caso, que es la categoría morfológica que diferencia, por ejemplo, a yo (nominativo), me (objeto), mí (término o caso oblicuo). El sujeto se realiza en caso nominativo, que es una marca de la función que el SN desempeña en la oración. En el español sólo los pronombres personales están marcados en caso (en cambio, en el latín o en el alemán todos los SSNN están flexionados en caso):
(14) a. Yo lo acabo de ver.
b. Él me acaba de ver.
c. * Me acabo de ver él.
La agramaticalidad de (c) radica en que, si bien la flexión verbal indica que el sujeto tendrá los rasgos de primera persona del singular, el pronombre que presenta estos rasgos no está marcado en el caso correspondiente –el nominativo.
Hasta aquí hemos señalado los rasgos formales que caracterizan al sujeto sintáctico –en oposición al predicado en su conjunto–. Pero el término sujeto es ambiguo. En un segundo sentido, el sujeto puede ser entendido como un argumento del predicado. En esta acepción se opone a los otros argumentos que desempeñan las funciones de objeto directo, objeto indirecto, etcétera.
En algunos modelos gramaticales –como la gramática de dependencias– todos los argumentos se hallan al mismo nivel: así, un predicado diádico, por ejemplo, establece una relación entre los dos argumentos simétricos, el sujeto y el objeto. Al plantear que el sujeto es el argumento externo del que se predica no sólo el verbo sino el predicado en su conjunto, establecemos una asimetría entre el sujeto y los otros complementos que se hallan incluidos dentro del SV. Esta asimetría puede fundamentarse con varios argumentos:
a. Sólo el sujeto concuerda con el verbo. Las propiedades flexionales del verbo transmiten una información relativa al sujeto y no a las otras dependencias del predicado.
b. El papel temático del sujeto se asigna composicionalmente: será un agente, por ejemplo, en echar al marido de la casa, pero no en echarse a perder, echar raíces. [88]
c. Los modismos verbales están compuestos por el predicado y sus argumentos internos, pero no incluyen al sujeto: tomar el toro por las astas, no tener pelos en la lengua, hacer la vista gorda. Asimismo, buena parte de las palabras compuestas constan de un verbo y su objeto pero no incluyen el sujeto: guardacostas, rompehielos, guardabarreras.
Ahora bien, si hemos distinguido dos nociones de sujeto, debemos ver qué relación existe entre ambas: eso supone establecer si el sujeto sintáctico siempre corresponde a un argumento del predicado; en última instancia, nos preguntamos si puede haber sujetos sintácticos no argumentales.
Nuestra definición de cláusula, como unidad de construcción, en términos de sujeto y predicado, sólo se refiere a los constituyentes sintácticos, no así a sus correlatos semánticos. En caso contrario, quedaría refutada por la existencia misma de algunos tipos de oraciones impersonales, las que tienen predicados cero-ádicos, que, como ya hemos visto, carecen de todo tipo de argumentos. Comparemos la oración española, con las correspondientes del inglés y del francés:
(15) a. ... llueve.
b. It rains.
c. Il pleut.
La flexión del verbo español –3ra persona del singular– se corresponde en (b) y (c) con un pronombre expletivo, una mera marca de función sin contenido semántico. Podemos suponer que también hay un elemento de este tipo en español: una categoría nula o tácita que comparte la información flexional del verbo (pro). Si adoptamos esta propuesta, no se hace necesario reformular nuestra definición de cláusula. Es aplicable así no sólo al inglés o al francés sino también a las lenguas de sujeto nulo como el español ya que todas las lenguas comparten la exigencia de un sujeto –explícito o no. Si, en cambio, no se reconoce la existencia de esta categoría nula, habría que plantear que las cláusulas en español –pero no en otras lenguas– son de dos tipos: las de sujeto y predicado y las que sólo contienen un SV. Tanto el pronombre expletivo como la categoría nula que postulamos en (a), cuyas propiedades están determinadas por la flexión, responden, pues, a la caracterización del sujeto sintáctico pero no a la del sujeto semántico, dado que no se correlacionan con un argumento.
Obviamente, tal solución se extiende no sólo a otros "verbos atmosféricos" (refresca, nieva, graniza) o a expresiones como hace frío, hace mucho tiempo, es de noche, está oscuro, sino también a la forma terciopersonal del verbo haber: Hay demasiada gente en este lugar. Hubo fiestas: [89]
(16) a. pro Es invierno.
b. pro Hay gente talentosa en esta universidad.
c. pro Son las doce.
En (16c) vemos que el verbo no mantiene la flexión de número propia de estas oraciones impersonales sino que concuerda con el elemento predicativo. Lo mismo ocurre en oraciones como pro son mis padres, que es ambigua. El sujeto pro puede ser argumental (por ejemplo, si quiero identificarlos al presentarlos) o no argumental (si, por ejemplo, menciono a quien acaba de llegar): la primera interpretación admite la reposición del sujeto, pero no, en cambio, la segunda.
Estas cláusulas impersonales deben diferenciarse de otras también denominadas impersonales (de tercera persona del plural) como:
(17) a. pro Te buscan.
b. pro Acaban de llamarte.
También estas oraciones son ambiguas: el sujeto tácito puede corresponder a una entidad definida –ellos– o bien a una entidad no determinada (mientras que en la primera interpretación el número plural se corresponde con un referente plural, en la segunda el plural es una mera marca de indefinición, ya que puede referirse a un único individuo). Como vemos, en esta segunda interpretación se trata de un sujeto argumental, sólo que indefinido. A este tipo de pro se lo denomina pro arbitrario.
Por último, consideremos el papel temático que le corresponde al sujeto sintáctico en cláusulas que contienen verbos monádicos. Recordemos la diferencia ya observada en (13):
(18) a. El perro ladró toda la noche.
b. Ayer murió el perro.
Tanto en (a) como en (b) el SN el perro reúne todos los rasgos definitorios del sujeto sintáctico. Sin embargo, existen diferencias entre ambas cláusulas: (a) denota una acción realizada por un agente (el perro), mientras que (b), más que predicar una acción del sujeto, indica que sucedió algo. Es una cláusula presentativa, como lo son también las siguientes:
(19) a. Cayó el telón.
b. Bajaron las tasas de interés.
c. Llegó una encomienda.
d. Se rompió el vaso. [90]
En ellas se presenta un evento (a y b), se introduce una entidad en el discurso (c) o se señala que una entidad ha sufrido un cambio (d). En ningún caso el sujeto sintáctico de estas oraciones corresponde a un agente, como el que aparece con otros verbos intransitivos como el de (18a) y los de las siguientes oraciones:
(20) a. Juan trabaja.
b. Pedro sonríe.
Varios comportamientos gramaticales se corresponden con esta diferencia de papel temático del sujeto sintáctico que opone las cláusulas de (18b) y (19) alas de (18a) y (20):
a. Mientras que en las oraciones de (20) la posición normal (no marcada) del sujeto es preverbal, en las de (19) suele ir pospuesto, posición típica del objeto directo.
b. El sujeto típico es un SN, es decir una proyección máxima. Sin embargo, a diferencia de los de (20), con los verbos de (19) son frecuentes los sujetos sin determinante:
(21) a. Cayó piedra. / Llegaron buenas noticias. / Murieron perros. / Falta café.
b. *Perro ladra. / *Obrero trabaja. / *Niños sonríen.
También ésta es una coincidencia con los objetos: Difundieron noticias. Bebí café, Veo perros.
c. Los verbos transitivos cuentan con participios pasivos, que pueden funcionar como modificadores del sustantivo: difundir las noticias / las noticias difundidas. Esto no ocurre con los verbos intransitivos de (20) pero, significativamente, sí con muchos de los de (19):
(22) a. las noticias difundidas / el café bebido
b. el perro muerto / la piedra caída / las noticias recién llegadas
c. *el hombre trabajado / *el perro ladrado
Nuevamente este comportamiento es compartido por el objeto directo de los verbos transitivos y por los sujetos de los verbos de (19). Los de (20), una vez más, difieren.4
Todos estos datos5 nos permiten reconocer dos tipos de verbos intransitivos: los intransitivos propiamente dichos o inergativos, en los que el sujeto sintáctico coincide con el semántico (trabajar, sonreír, bostezar) y este segundo [91] grupo, los inacusativos o semideponentes6en que el sujeto sintáctico comparte algunas características con el O.D.
Con los verbos inacusativos surge, pues, un desacuerdo entre las dos nociones de sujeto: la sintáctica y la semántica. El sujeto sintáctico corresponde semánticamente al papel temático de paciente, típico del objeto directo. Estos verbos carecen de verdadero sujeto semántico, por lo que corresponde también aquí postular un sujeto expletivo:
(23) a. pro Cayó el telón.
b. pro Bajaron las tasas de interés.
c. pro Llegó una encomienda.
d. pro Se rompió el vaso.
Como vemos, no hay una correspondencia total entre los criterios formales que definen al sujeto sintáctico y el criterio semántico, que concierne al carácter argumental y al papel temático. Es necesario, pues, distinguir las dos nociones de sujeto. Nos atendremos a la caracterización sintáctica del sujeto, entendiendo que, si bien, normalmente, es también un argumento del predicado, no necesariamente ocurre esto y, además, que puede corresponder a distintos papeles temáticos.
Si bien los predicados semánticos pueden pertenecer a distintas categorías, el núcleo del predicado sintáctico es el verbo. Y lo es por contener los rasgos flexivos: los de concordancia con el sujeto y los de tiempo y modo que caracterizan a toda la cláusula. Como los predicados semánticos no verbales carecen de tales propiedades flexionales, requieren la presencia de un verbo cópula (ser / estar). La cópula puede faltar sólo excepcionalmente –cuando el tiempo y el modo sean los no marcados (presente del indicativo):
(24) a. Un prepotente, ese militar.
b. Lástima que no haya venido.
Las de (24) son cláusulas predicativas no copulativas: contienen un sujeto y un predicado nominal. La bipartición está marcada por el orden respectivo y/o por una pausa. En ambas el sujeto está pospuesto: un SN en (a) y una cláusula en (b). [92]
En los predicados verbales, el verbo cumple la función de predicador, función que, por otra parte, sólo puede ser desempeñada por el verbo. El verbo es el núcleo del predicado y, en última instancia, el núcleo último de la cláusula porque, además de contener los rasgos flexivos, determina el número y el tipo de los complementos de la cláusula, incluyendo al sujeto. En el próximo capítulo estudiaremos la estructura del sintagma verbal.
2 Todos son ejemplos de predicados cero-ádicos. Los dos primeros son verbos. El tercero es un adjetivo y el cuarto un sustantivo. Las cópulas que aparecen en los dos últimos son meros expedientes gramaticales que sirven de soporte a los rasgos flexionales.
3 En algunos casos, como vimos en el capítulo anterior -en el ejemplo (9a)- la cópula puede faltar cuando el tiempo es el Presente y el modo es el Indicativo: Muy interesante tu observación. En estos casos el predicado se ubica por lo general delante del sujeto.
4 Asimismo, los participios transitivos y los de (19) -pero no los de (20)- pueden formar cláusulas denominadas absolutas (que carecen de verbos flexionados):
iii. *Trabajado el hombre.
5 Pueden mencionarse también otros comportamientos como los siguientes: los verbos transitivos y estos verbos se asemejan también por el hecho de que ambos admiten, como O.D. y como sujeto respectivamente, un sintagma partitivo como de todo: Comió de todo, Nos pasó de todo. No encontramos construcciones similares con los verbos intransitivos como trabajar, sonreír. Por otra parte, en lenguas como el italiano y el francés, el perfecto compuesto de estos verbos selecciona el auxiliar ser yno haber (é morto, il est mort). Si bien el español actual ya no presenta esta diferencia (que sí existía también en el español medieval), persisten en algunos casos restos de esta diferenciación (Soy nacido en Santa Fe).
6 Ésta es la denominación que daba Andrés Bello a los participios de estos verbos. Los verbos deponentes del latín tenían forma pasiva y significación activa. Distinguimos dos tipos de verbos inacusativos: los intransitivos (caer, morir, nacer, licuar, faltar, sobrar) yaquellos que son neutros en cuanto a la transitividad, los ergativos. Estos pueden ser tanto transitivos como intransitivos (no pronominales bajar, aumentar, mejorar, empeorar y pronominales romperse, fundirse, congelarse, enfriarse, ensuciarse).
Fuente del documento: MANUAL DE GRAMÁTICA DEL ESPAÑOL http://coleccion.narod.ru/manuales/Tuliomanualdegramatica.doc
Sitio para visitar: http://coleccion.narod.ru/ y http://www.ssdnet.com.ar/edicial
Autor del texto: ÁNGELA DI TULLIO
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